24 abril 2005

Erratas morrocotudas

Todos sabemos que una errata es un error de imprenta. A menudo las erratas no conllevan significados distntos (por ejemplo esta palabra), pero otras veces alteran absolutamente el sentido de lo que se quiere decir. Las erratas se producen por el descuido de los correctores y la escasa preocupación por ofrecer la calidad necesaria. En prensa se ven cada vez más, producto de la prisa y del abaratamiento de los costes de producción. En este trabajo ofrecemos un repertorio de sorprendentes erratas recopiladas en diversos medios escritos.
Se cuenta que en una ocasión, cierta folclórica fue entrevistada para una de esas nefandas revistas de «la prensa rosa». Cuando se publicó la entrevista, el redactor manifestaba que ante una indiscreta pregunta, la folclórica había fruncido el coño.
Me pregunto si físicamente es posible realizar tal proeza. Lamento no poder experimentarlo en persona. Si alguna dama siente la curiosidad, rogamos nos cuente los resultados. Yo más bien creo que lo que frunció fue el ceño.
En un libro de texto de historia, publicado por la editorial Nueva Era, se afirmaba que la revolución francesa comenzó cuando una considerable muchedumbre armada con rudimentarias herramientas, piedras, palos y otros objetos contundentes, llevaron a cabo la toma de la Pastilla.
Ya era raro que para tomar una píldora tuviera que reunirse tanto personal (¿es que estaban de marcha?); pero el colmo del absurdo era que además se armaran hasta los dientes para tan cotidiano y simple acto como el de tomar un gelocatil... ¡Y encima que significara una revolución! Vamos, que se trataba de una errata: lo que la muchedumbre tomó fue la Bastilla, una antigua fortaleza reconvertida en prisión.
Refería un cronista deportivo que en el campeonato mundial de atletismo celebrado en Estados Unidos, al representante cubano de salto de longitud se le habían dado por válidos los dos primeros saltos, pero que al tercero se le había dado por culo.
Los lectores suspicaces pronto pensaron mal: lógico, Estados Unidos siempre fastidiando al sufrido pueblo cubano. Pues se equivocaron; por una vez se trataba de una errata: al tercer salto del atleta cubano se le había dado por nulo.
En un reciente reportaje sobre los gustos literarios de los españoles, la revista Locos por la Lectura afirmaba que actualmente la novela histórica había perdido terreno frente a la literatura de micción.
La verdad es que desconocíamos que existiese semejante tipo de literatura. ¿Se trata de una literatura terapéutica destinada a aliviar los casos graves de inflamación prostática? Evidentemente, el autor del reportaje se refería a que la gente ahora prefiere la literatura de ficción.
Durante la pasada liga de fútbol, en el diario deportivo Esport a tota marxade Barcelona, un miembro de la directiva azulgrana afirmó, en relación con las estrellas del Barça, que «a estos futbolistas hay que exigirles mayor rendimiento ya que tienen una picha extraordinaria».
Muchas forofas, espoleadas por esta afirmación, quisieron verificar los extremos de la misma. El diario confesó que se trataba de una errata y el dirigente, por su parte, aclaró que, en efecto, él se había referido a que las estrellas del Barcelona tienen una ficha extraordinaria, aunque no quiso descartar que tal vez algunos también puedan sobresalir por las dimensiones de sus atributos, asunto que por otro lado, añadió, no era de su interés.
En los primeros momentos de la transición política española, un diario de Madrid publicó que después de muchos años, se habían llevado a cabo las primeras erecciones generales en las que los ciudadanos habían participado con gran entusiasmo.
Si un joven lector de hoy leyera aquella crónica, se preguntaría si para ello se habría distribuido la Viagra entre los votantes de la tercera edad. Pues no, que entonces no existía. Se trataba de otra errata: elecciones.
Dicen las crónicas que durante el traslado de los restos mortales del escritor Vicente Blasco Ibáñez a su Valencia natal, la gente se agolpaba en las calles para ver pasar el cortejo fúnebre. En un periódico de la capital del Turia podía leerse lo siguiente: El féretro de nuestro escritor universal iba cubierto por una Señora.
Bueno, es probable que a Blasco Ibáñez le gustaran mucho las señoras; es algo muy humano. Ahora bien, de ahí a llevar una encima el día de su entierro... ¿¡Tan salido iba a estar don Vicente!? Lo que en efecto cubría el ataúd del escritor era una Señera, es decir, una bandera valenciana.
En la página de sucesos del Diario del Suroeste de Badajoz, se leía el 21 de enero pasado que en una apartada callejuela de la ciudad, un hombre había aparecido inconsciente y con una brecha en la cabeza. Cuando los servicios de urgencia lo reanimaron, el ciudadano relató que había sido atracado y golpeado con un falo.
Ya es triste que la gente sufra atracos en plena calle, pero si encima se la golpea con un falo resulta además humillante. Y sorprendente, si reparamos en las proporciones que el citado objeto contundente debe tener para asestar semejante golpe, por no hablar de la pericia necesaria para su manejo. Es obvio que se trataba de una errata: el objeto en cuestión era un palo.
El pasado lunes 3 de marzo, el entrenador del modesto equipo regional de Quintanilla de Arriba, en cabeza de la clasificación, pero empatado a puntos con otros dos equipos, declaraba tajante: Si esta semana follamos, ya podemos decir adiós al campeonato.
De todos es sabido que la actividad sexual de los futbolistas es poco recomendable en las jornadas previas a un encuentro, pero seguro que la abstinencia completa sería peor, porque luego los jugadores no se concentrarían en el terreno de juego. A lo que el entrenador se refería era a que el equipo no podía fallar.
Un conocido torero, habituado a mostrar su malhumor en los medios de comunicación, manifestaba en un semanario que él cuando realmente disfruta es cuando no lo acosan los periodistas y, sobre todo, cuando se retira a su finca de Jerez, y añadía: Allí me siento en libertad y cago siempre lo que me da la gana.
Hombre, si es por defecar, tampoco hace falta irse tan lejos. Simplemente teniendo un inodoro en condiciones y una revista en las manos, sobra. Lo que el diestro quería decir era que en su finca de Jerez hacía lo que le daba la gana y estaba tan a gustico.
Y para terminar, en una entrevista publicada en el semanario Diálogos Hoy, un conocido filósofo salmantino y profesor de Ética en la Universidad de Ohio, afirmaba que para conducirse correctamente en esta vida bastaba con tener unas pocas putas, pero muy claras.
La verdad es que no veíamos en qué podían ayudar las prostitutas (y encima muy claras, lo que denota cierto racismo) a la hora de actuar con una ética adecuada. La revista publicó luego una fe de erratas en la que manifestaba que lo que el filósofo había querido decir era que en la vida había que tener unas pocas pautas, pero muy claras.

21 abril 2005

Adivina cuantas personas se llaman como tú

Escribes tu nombre y te buscan las personas que se llaman como tú en Estados Unidos. Divertido, eh? La página es http://www.zabasearch.com

La pasión papista como acontecimiento mediático

ENRIQUE GIL CALVO
Muchos lectores de prensa, oyentes de radio y espectadores televisivos nos estamos sintiendo escandalizados por el gran carnaval que los medios occidentales han montado retransmitiendo en directo la agonía, los funerales y la lucha por la sucesión del papa Wojtyla. Y digo 'gran carnaval' en referencia a la película del mismo título (Big Carnival, 1951): un panfletario melodrama de Billy Wilder en el que Kirk Douglas, un cínico periodista corrupto, aprovechaba un accidente minero para escenificar un espectáculo sensacionalista hinchando la noticia hasta montar un demagógico escándalo. Pues bien, eso mismo han hecho ahora al unísono todos los medios de información: hinchar la noticia de la muerte del Papa para elevar la anécdota católica (mera crónica de una muerte anunciada) a la categoría de acontecimiento histórico de alcance universal. Lo cual ha provocado tanto el redundante entretenimiento de la mayoría conformista como la airada indignación de dos minorías opuestas: los escépticos ilustrados, entre quienes me cuento, y los católicos sinceros, que han debido de sentirse heridos en lo más íntimo al ver su templo profanado por los mercaderes mediáticos. ¿Cómo justificar tamaño espectáculo?
La explicación más simple, como en la película de Wilder, es el interés lucrativo: los medios habrían aprovechado la pasión del Papa para tratar de forrarse a su costa, creyendo que podían hacer el gran negocio del siglo como si hubiera estallado una fiebre del oro. Pero esta explicación no parece convincente, dados los elevados costes en que han incurrido sin un claro beneficio. Es posible que a corto plazo algún medio haya podido ampliar su cuota de mercado, pero a la larga pueden salir perdiendo, en términos de saturación de la demanda y de desprestigio profesional, ante la abusiva redundancia de tan aburrido espectáculo. Lo que pasa es que, dado el conformista mimetismo que reina en la profesión, nadie quiso ser menos que sus competidores. Por si el Kirk Douglas de turno se lanzaba a montar el espectáculo, los demás no quisieron quedarse atrás, y todos se adelantaron a montar su particular acontecimiento mediático. Así, una vez creada la bola de nieve, ya no había marcha atrás, y todos siguieron hinchando la burbuja inflacionista del redundante papismo-espectáculo. No obstante, reducir este montaje a una espiral especulativa no agota la complejidad del fenómeno, que precisa otras explicaciones más refinadas.
Circula una versión de los hechos que interpreta esta epidemia de papismo como una prueba de renacimiento religioso, ya sea porque Dios resucita o por un milagro debido a la santidad de Wojtyla. Respecto al presunto retorno divino, es verdad que, en estos tiempos de muerte de las ideologías laicas, se ha producido una recuperación del fundamentalismo teocrático, que Gilles Kepel bautizó como revancha de Dios. Pero eso no es verdadera religión, sólo propaganda política, basada en cualquier arcaica ideología sagrada, o publicidad mediática, que busca ampliar su stand en el bazar espiritual de la posmodernidad, duramente competido con las demás místicas de la new age. Y en este sentido, Wojtyla fue efectivamente un maestro del marketing religioso, que supo vender anticipadamente los derechos de transmisión de su agonía en directo, escenificada como un simulacro de la pasión de Jesús. De modo que el espectáculo papista no desmiente, sino que confirma, la evidente secularización religiosa que se está produciendo por todo Occidente. Sencillamente, como les sucede a las demás instituciones, la Iglesia católica también se está secularizando, dejando de ser sagrada para convertirse en más profana y mediática cada vez.
Pero esta hipótesis en clave de profanación religiosa también plantea la inquietante duda de quién está explotando a quién: ¿los medios a la Iglesia o más bien al revés? ¿Es posible que se trate de un do ut des, a modo de tráfico sui generis o negocio contra natura, que beneficia mutuamente a ambas partes interesadas, tanto la profana como la religiosa? Ahora bien, si pensamos que los medios se están dejando utilizar por la Iglesia, puestos a ello también podemos pensar que se dejan igualmente utilizar por otras instituciones más profanas, ahora ya no religiosas, sino políticas. ¿Significa esta mediática exaltación del papismo que estamos asistiendo a una nueva alianza entre el trono y el altar, donde el trono representa a los poderes terrenales y el altar al escenario mediático en que se celebra el santo sacrificio del Papa? ¿Qué interés político puede tener esta orgía de papismo mediático, más allá de servir, a modo de panem et circenses, como nuevo opio del pueblo?
He aquí una posible interpretación: la celebración del papismo mediático puede estar sirviendo para vendar las heridas abiertas en la buena conciencia de Occidente, hoy dividido por el foso del Canal de la Mancha que se abre entre el sagrado respeto al imperio de la ley, tal como manda el kantiano imperativo categórico que decimos defender los europeos continentales, y el pragmático recurso al poder de la fuerza y la riqueza, tal como recomienda el cálculo del interés económico que practicamos todos, con los anglosajones a la cabeza. O sea, que la celebración espectacular de la pasión papista está permitiendo tapar las divisiones abiertas por aquel otro acontecimiento mediático que fue la guerra de Irak. Pero ¿cómo puede hacerlo?
En un libro ya célebre (Media Events, 1992), Daniel Dayan y Elihu Katz proponen la hipótesis de que hoy la percepción pública de la realidad sólo se construye mediante la celebración de acontecimientos mediáticos: hechos sociales excepcionales cuya ejecución se calcula estratégicamente para ser retransmitida en directo, interrumpiendo la programación cotidiana para crear un clima de solemnidad y aguda expectación. Y en función de su contenido, nuestros autores los clasifican en tres tipos: conquistas (la llegada a la Luna, la caída del muro de Berlín, los descubrimientos científicos, las revoluciones tecnológicas, lascreaciones culturales), coronaciones (investiduras presidenciales, bodas reales, funerales de Estado) y competiciones: juegos olímpicos, elecciones generales, declaraciones de guerra (como la cumbre de las Azores), escándalos políticos (como el caso Watergate), magnicidios (como el de Kennedy), atentados terroristas (como el 11-S y el 11-M)... Y por las funciones que ejercen, estos grandes eventos resultan antitéticos, pues las conquistas y las coronaciones regeneran y recrean el consenso público que amenaza con romperse a causa de las competiciones, potencialmente conflictivas, rupturistas y divisorias. Como es evidente, la pasión del Papa ha sido un acontecimiento mediático programado, al igual que todos los grandes funerales públicos (piénsese en los duelos por Kennedy, por Franco o por Lady Di), como una coronación (que este caso incluye además una santificación). Y su función ha de ser por tanto la de restaurar el consenso público y asegurar la continuidad histórica (de acuerdo al ritual funerario descrito por Kantorowicz en 1957 con su obra Los dos cuerpos del rey). Pues bien, para esto se ha escenificado el acontecimiento mediático de la coronación de Wojtyla y la entronización de su sucesor: no tanto para garantizar la segura persistencia de la Iglesia romana (una roca hasta ahora indemne a la erosión del viento de la historia) como para restaurar el consenso público de Occidente, que se siente heredero de la Roma imperial. Un consenso gravemente fracturado por la guerra de Irak, cuya radical ilegitimidad o pecaminosa injusticia hasta el propio Wojtyla convino en condenar. Y un consenso que, a pesar de todos los excesos mediáticos en honor de Wojtyla, parece estar todavía muy lejos de hacerse algún día realidad. Mientras tanto, seguirá siendo un consenso sólo mediático: es decir, ficticio y falaz.

Aprovecha que hasta dentro de 15 años no vas a probar otra

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Lo último que leí: "Lo mejor que le puede pasar a un croissant" de Pablo Tusset

¿Qué ocurre cuando Pablo Baloo Miralles, treintañero inadaptado y vacilón, holgazán, misógino, prostibulario, además de pariente pobre y conocido filósofo en la Red, se topa de hocicos con el misterio en un barrio pijo de Barcelona?
A bordo de un deportivo con aire de pantera Bagheera, y con un humor inteligente, excéntrico y mordaz, Miralles nos conduce por una intrigante trama salpicada de alegrías etílicas, escarceos venéreos y páginas Web de dudoso contenido: el esclarecimiento de la repentina desaparición de su hermano, The First, presidente de Miralles & Miralles, la prospera empresa familiar. ¿Una fuga con la amante?, ¿la venganza de algún competidor estafado?, ¿un secuestro? Siempre de la mano de este tan impresentable como simpático Baloo de entre siglos, conoceremos a muchos personajes pintorescos: Gloria, la cuñada alcohólica con veleidades literarias; el patriarca Miralles, «difícil síntesis entre Winston Churchill y Jesús Gil»; el iracundo John, profesor de ontología en Dublín y coautor de una Teoría de la Realidad Inventada a medio postular; o la inefable Fina, heroína naïf de busto meritorio, cuyas aspiraciones románticas sobreviven a cualquier desaire. Pero lo que empezó como una misteriosa desaparición irá adquiriendo calidades oníricas y terminará llevando a nuestro Pablo Baloo hasta la Fortaleza: una invisible ciudadela incardinada en la entraña misma de esta nueva Barcelona de los prodigios.

04 abril 2005

ORACIÓN DEL PAPA JUAN PABLO II

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
he subido a la montaña, he venido a tu cueva,
Virgen María,
para venerar tu imagen, Santina de Covadonga.
Con tus hijos de Asturias y de España entera
quiero hoy proclamar tus glorias y unirme a tu canto:
tú eres la sierva del Señor, nuestra Madre y Reina.
Como peregrino que ansía afianzar su esperanza,
vengo a este santuario, testigo de tanta fe y amor en
la Historia,
hogar seguro, bajo tu cobijo, entre los montes,
donde pusiste tu casa y sin cesar dispensas los dones de tu Hijo.
Junto con los pastores y fieles de esta Iglesia de Asturias,
a ti, que eres dulzura y esperanza de cuantos te imploran,
te pido el don de la esperanza que ilumina el futuro,
el gozo perenne de la fe,
el ardor ardiente de la caridad.
Ayúdanos a vivir en comunión sincera,
sabiéndonos Iglesia de Dios,
hermanos de Cristo e hijos tuyos,
para dar testimonio de unidad y reavivar en nuestro pueblo la fe.
Te pido, Señora, desde este corazón de Asturias
que es tu cueva,
por todos los que invocan tu nombre en tantos otros templos que,
esparcidos en la geografía del Principado,
son faros de fe, santuarios donde brota el fervor de la esperanza,
morada tuya donde tus hijos se reúnen en torno al altar.
Quiero presentarte y poner ante tus pies,
Virgen de Covadonga,a todos tus hijos de Asturias,
las gentes del campo y los hombres del mar,
los mineros con su duro e inclemente trabajo,
los niños y los ancianos,
los enfermos y todos los que sufren en el cuerpo y en el alma,
las familias y, sobre todos, los jóvenes, promesa del futuro,
que buscan la razón y el sentido de su vivir.
Alcanza para todos de Dios, «rico en misericordia»,
con tu poderosa mediación maternal,
la gracia del perdón y de la reconciliación que Cristo tu Hijo nos ha merecido
para vivir en paz con Dios y con los hermanos.
Protege, Virgen Santa de Covadonga,a cuantos vienen hasta tu templo
para unirse en matrimonio bajo tu mirada maternal.
Haz que experimenten, como los esposos de Caná,
la gracia de tu intercesión y la presencia salvadora de tu Hijo,
para que la fe cristiana sea fundamento inquebrantable de su hogar,
y el amor verdadero fortalezca su unión y se abra fecundo a la vida.
Mira, madre de Asturias, a todos los emigrantes de esta tierra
que desde lejos vuelven sus ojos hasta este santuario,
en espera de poder regresar a su patria y contemplar tu rostro,
que atrae los corazones e irradia luz y paz.
«Santina de Covadonga», «causa de nuestra alegría»,
ilumina a cuantos llegan a estas montañas para que reconozcan,
en medio de tanta belleza, a quien «yéndolas mirando,con sola su figura,
vestidas las dejó de su hermosura»,
y así se dejen atraer por la bondad y belleza del Creador
que hizo de ti el vértice de la hermosura humana y divina.
Suscita, madre de Asturias,entre los hijos e hijas de las familias cristianas,
vocaciones de apóstoles y misioneros:nuevos sacerdotes, religiosos y religiosas,
personas consagradas y seglares comprometidos,
al servicio del reino y de la civilización del amor.
Haz que, hoy como ayer,los hijos de Asturias sigan a tu Hijo por el camino de la santidad.
y siembren la semilla del Evangelio
desde aquí hasta los confines de la Tierra.
Madre y maestra de la fe católica,
haz que Covadonga siga siendo, como antaño lo fue,altar mayor y latido del corazón de España.
Y a quienes te cantamos como "la reina de nuestra montaña",
y a todos los hermanos que peregrinan por los senderos de la fe,
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre,
que nos ofreces siempre como salvador y hermano nuestro.
Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Amén.