27 octubre 2005

La última peli: Tiempo de revancha

Una película que me sorprendió gratamente. En un principio la vi guiado por su director y por supuesto por la presencia del gran Federico Luppi. Si bien al principio parece algo floja a medida que la trama se desarrolla te involucras con la historia manteniendo tu atención hasta el sorprendente e imprevisto final. Casi una obra maestra. DCM


Tiempo de revancha
(1981)
Fecha de Estreno: 30 de julio de 1981
Dirección: Adolfo Aristarain
Guión: Adolfo Aristarain

ntérpretes:

Federico Luppi...Pedro Bengoa
Haydeé Padilla...Amanda Bengoa
Rodolfo Ranni...Torrens
Julio De Grazia...Larsen
Ulises Dumont...Bruno Di Toro
José Jofre Soares...Aitor
Aldo Barbero...Rossi
Enrique Liporace...Basile
Arturo Maly...Dr. García Brown
Jorge Hacker...Guido Ventura
Alberto Benegas...Golo
Ingrid Pelicori...Lea
Jorge Chernov...Jorge
Cayetano Biondo...Bautista
Marcos Woinski...El Polaco
Héctor Calori...Médico
Lidia Catalano
Carlos Verón
Carlos Trigo
Osvaldo de la Vega
Aldo Pastur...Operario 2 en cantera
Enrique Latorre
Jorge Velurtas
Rafael Casadó
Enrique Otranto...Psicólogo
Marcela Sotelo
Cristina Aroca
Carlos Vern
Felipe Méndez...Operario 1 en cantera
Miguel Angel Llobet...Botones
Alejandro Arando...Especialista en audiometría
Equipo Técnico:


Fotografía:
Horacio Maira

Cámara:
Nicolás Paradiso

Música:
Emilio Kauderer

Montaje:
Eduardo López

Sonido:
Daniel Castronuovo

Vestuario:
Marta Albertinazzi

Maquillaje:
Elvira Ramos

Jefe de Producción:
Alejandro Arando

Asistente de producción:
Raúl Ahumada y Néstor Jones

Asistente de Dirección:
Jorge Gundín

Producción:
Héctor Olivera y Luis Osvaldo Repetto

Director de 2da unidad:
Jorge Gundín

1er ayudante de dirección:
Alberto Lecchi

2do ayudante de dirección:
Antonio Barrio

Foto fija:
María Inés Teyssié

Efectos especiales:
Alex Mathews

Escenografía:
Abel Facello

Corte de negativo:
Margarita Bróndolo

Sinopsis: El ex-sindicalista Pedro Bengoa, previa "limpieza" de su pasado, consigue trabajo en las minas de la empresa Tulsaco, donde se reencuentra con un antiguo compañero quien, pasado algún tiempo, le propone un plan: simular un accidente y hacerse pasar por mudo para cobrar una indemnización. Accidentalmente el amigo muere. Sin embargo el ex-sindicalista llevará su pleito con la multinacional hasta sus últimas consecuencias.

24 octubre 2005

Ripio de Sabina para Letizia Ortiz

Ripio de Sabina para Letizia Ortiz

Joaquin Sabina ha creado un ripio republicano para Letizia Ortiz. Será un ripio a varias manos dedicado a la novia del Príncipe Felipe. Las coplas, en las que se hace referencia al pasado de Letizia Ortiz y al cambio de estatus que supone su boda, han surgido entre un grupo de amigos a propuesta de la escritora Almudena Grandes para dar una respuesta republicana al enlace.


El Ripiado de Palacio, ripio de Joaquin Sabina, es un poema lleno de ironía y humor que dice, entre otras perlas: "Las faltas de ortografía que desdeña la poesía a mí me la ponen dura, y esa zeta de Letizia es la falta y la delizia de una carizia madura", y le aconseja, "cristínate, elénate, Leti, urdangarínate, pero sin marichalarte". Si quieres ver el ripio republicano completo, sigue leyendo.


RIPIADO DE PALACIO (PARA LETIZIA ORTIZ)


Bendita señá Leticia, la «queli» de un tal Erquicia que ayer os arrejuntó. A más de un republicano los dedos de entre ambas manos juntas nos emocionó, y sin cambiar de bandera, de dios ni de trinchera, quisiera princesa Ortiz decirte en esta balada que ya no hay cuentos de hadas no abunda el final feliz.


Vas a comértelo crudo porque la ley del embudo se venga de los que son discretos y menestrales cuando en los fastos reales no tienen invitación.


De corazón te lo digo, no tengo ningún amigo que no te quiera querer, y eso que somos tan rojos que quemamos los rastrojos del fuego que pudo ser.


¿Por qué carajo te escribo? First of all porque estoy vivo y no me pienso morir.


La Sartorius se quedó corta y la nórdica no supo hacer de Pocahontas. Hablemos de usted a tú, dile que la sangre azul cuando sangra es bermellona, que se mezcle con la gente, que no sea tan indolente al peso de su corona.


Lo que no entiendo Letizia es que cambies la noticia por lo que dicta el dictado, ordenanzas, escalofrío no te bañes en el río de un corazón programado.


Las faltas de ortografía que desdeña la poesía a mí me la ponen dura, y esa zeta de Letizia es la falta y la «delizia» de una «carizia» madura.


No reines sobre el olvido ¡como entiendo a tu ex marido abreviado y extremeño! Defiende tu pedigrí, no abuses del bisturí, lo más grande es lo pequeño, la familia es un sorteo, Julieta besa a Romeo por no cortarle las alas.


Un Larra en una botella le regaló su doncella a Felipe el doliente. La corte de los milagros parece un corral de Almagro sin Lopes ni Calderones. !Ojalá que los Ortiz maquillen con su barniz ilustrado a los Borbones!


No escuches a los modistos que no se pasen de listos los más tontos de la escuela, mejor Rembrandt, Garcilaso, Groucho Marx, Einstein, Picasso, Woody, Piaf, Chavela.


Muda el esquilón de buey. Ni quito ni pongo rey pero ayudo a su señora ¡Trágala! ¡Viva la Pepa! Métanles donde les quepa el rosario de la aurora.


Cristínate, Elénate, Leti. Urdangarínate pero sin Marichalarte. Nadie venda los secretos de aquel marido discreto que no es juez siendo tan parte.


Que sigas siendo tan guapa y que hagas tu labor de zapa más deprisa que despacio, y déjame terminar abusando de lidiar el ripiado de palacio.

17 octubre 2005

Camisetas blancas por Ray Loriga

El País
9 Octubre 2005

Ayer por la mañana, me encontré con un subsahariano, con un africano, con un negro, como los llama la gente por la calle. Su camiseta de Beckham, su sombrerito de Gucci, sus zapatillas de Nike. Los veo a diario, suben de la Cuesta de la Vega, de vuelta del trabajo. El trabajo consiste en hacer que ayudan a aparcar los coches y en vigilarlos, y en hacer pensar a la gente, que los coches necesitan vigilancia. Llevan camisetas del Madrid, del Milán, del Manchester, gorritos de Gucci, gafas de sol de Prada. Imagino que son copias, no productos oficiales, estoy seguro de que se llevan lo mejor de las mantas, antes de que las mantas lleguen a Sol y a Preciados. Éstos ya están dentro, a este lado de la valla, pero no hay razón para pensar que se diferencian en nada, de los que aún están fuera. De los que han muerto o van a morir en el intento. Según la Cope, se trata de un ataque contra posiciones cristianas, diseñado por el malvado moro, con el permiso del radical Zapatero, al que sólo le mueve la desintegración de España. No merece mayor comentario. Hay gente en este país que se ha vuelto definitivamente loca. El ciudadano Rajoy haría bien en poner tierra de por medio con las huestes del apocalipsis de saldo, pero no soy quién para decirle a nadie cómo barrer su propia casa. A lo que iba, la imagen de estos africanos, contaminada por los virus del consumismo salvaje, infectada por las virtudes reales e imaginarias del progreso, nos lleva directamente al corazón de las tinieblas. A ese lugar oscuro, al final del río, donde el hombre blanco se enfrenta al tamaño de sus crímenes.

Si hay algo injusto y cruel, tan injusto y cruel como la muerte que salpica, con insidiosa insistencia nuestro jardín, es la ristra de eufemismos que acompaña a las constantes invasiones occidentales en el territorio quemado de la hambruna. Expansión económica, nuevos territorios de consumo, exportación de imagen de marca, captación de afectos... No parece éticamente posible, seguir cruzando esa valla en busca de clientes, cuando no de mano de obra en condiciones de semiesclavitud, para cruzarla luego de vuelta a casa, mientras se cierran tras de nuestras florecientes empresas, los cargadores de nuestras armas. No es posible, tampoco, que el comercio exterior esté sustentado por derechos que le son negados a quienes reclaman, no ya una vida mejor, sino una vida cualquiera.

Toda política fronteriza es, o debería ser por principio, bilateral. Es decir, que si hay balas y alambre de espino a un lado de las vallas, nada simbólicas, que separan el primer mundo del tercero, también debería de haber balas y espinas al otro.

Si se dispara contra el negro que salta la valla, también deberían dispararle a Tom Cruise y a Beckham y a mí, cuando nos mandan, en primera, de viaje de promoción, a China, a Marruecos o a Colombia. Deberían pegarle un tiro en la nuca al payaso de McDonald's y otro al Quijote.

Desde Hollywood, al Instituto Cervantes, aquí, quien más quien menos, nos dedicamos todos a la expansión de nuestro negocio. No somos más que vendedores de lo nuestro, representantes de una empresa que acepta a los demás, a los otros, como consumidores, pero nunca como partícipes de los beneficios. No deberíamos rasgarnos ahora las vestiduras, al comprobar el tamaño del problema. El mundo que vienen reclamando, se lo hemos vendido nosotros. En nuestros maletines de muestras, llevamos folletos de colores de un paraíso que les va a ser luego negado. No se trata, a estas alturas, de mandarles camiones de ayuda humanitaria, o médicos sin fronteras, se trata de dejar de robarles el dinero de los bolsillos, con nuestro diabólico merchandising y nuestras estrellas de cine, y nuestros astros del fútbol, y nuestros dibujos animados, y nuestras malditas zapatillas. Se trata de guardarnos nuestros libros, nuestra cultura, nuestros coches, nuestros vinos, nuestros brillantes ejecutivos a comisión, nuestros canales de televisión, nuestra libertad y nuestro progreso, donde nos quepa. Zapatero no es el responsable del efecto llamada, llevamos llamándoles desde hace años, a un teléfono de última generación, que también les hemos vendido nosotros.

Viajar desde casa

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La última peli: La novia era él

La novia era el (1949) de Howard Hawks

LA NOVIA ERA ÉL (1949)

Director: Howard Hawks
Intérpretes: Cary Grant, Ann Sheridan, William Neff, Marion Marshall.

El capitán francés Henri Rochard (Cary Grant) tendrá múltiples problemas para conseguir trasladarse a los Estados Unidos después de contraer matrimonio con una militar americana llamada Catherine Gates (Ann Sheridan).

Nuevo y feliz encuentro entre dos de los grandes del cine, Howard Hawks y Cary Grant, tras "La fiera de mi niña" y "Luna nueva" y antes de "Me siento rejuvenecer".
Lo de casi siempre en las comedias de Hawks supone los primeros minutos de este título: un personaje masculino ofuscado y metido en líos por culpa de la presencia de una mujer de fuerte carácter; posteriormente se suaviza esta condición y se establece una certera y divertida puya administrativa.

Aunque el ritmo no sea tan frenético como el ofrecido en "La fiera de mi niña" o "Luna nueva" y los personajes secundarios no ofrezcan mucho juego a la pareja protagonista la película no tiene desperdicio cómico.
En su primera parte, se desarrolla la típica y mordaz batalla de sexos muy del gusto de Hawks con unas agudos y brillantes diálogos de Charles Lederer (Luna Nueva), Hagar Wilde (La fiera de mi niña) y Leonard Spigelglass (La bella de Moscú) con momentos para un aceptable sentido del slapstick protagonizado mediante uno de los vehículos más ridículos de la historia del motor: el sidecar.

La segunda robustece la sátira que preside todo el conjunto del film sobre la burocracia.
La trama adopta para tal sátira una postura de farsa y comedia de equívocos, sin cesar desde sus comienzos de referirse a horarios (dentro de tantos minutos, a las tal horas, en unos días...) y a papeleos y mandatos (ordenanzas, reglamentos, instancias, siglas en puertas, edificios, bloques, impresos, documentos...) llegando a angustiar a un pobre ser humano que no logra encontrar un hueco para dormir la noche de su boda y que le obligará para volar con su esposa a los EEUU a disfrazarse de (horrible) mujer.
Magnífica comedia.

12 octubre 2005

La última peli: Fahrenheit 451

País: Gran Bretaña
Año: 1966
Título original: Fahrenheit 451
Guión: Jean-Louis Richard según la novela de Ray
Bradbury
Director: François Truffaut
Actores: Oskar Werner, Julie Christie, Cyril Cusack,
Anton Diffring.

Por más extraordinario que nos resulte, el cine suele toparse con una barrera o traba que entorpece, frustra y, en el peor de los caos, arruina las adaptaciones de obras literarias. Algunos entendidos explican este fenómeno a partir de diferencias irreconciliables entre formatos o “soportes". Otros aluden a la propia película que nos hacemos mientras leemos determinado libro, y que siempre superará la propuesta de cualquier director, por más talentoso que sea.

Afortunadamente, toda regla tiene su excepción y, de hecho, el Séptimo Arte ha sabido plasmar la esencia de algunas novelas. Éste es el caso de la futurista Fahrenheit 451, escrita en 1953 por el norteamericano Ray Bradbury, y llevada a la pantalla grande en 1966 por el francés François Truffaut.

Más allá de las críticas que se le hicieron (son recordadas las que se quejan de una mala elección del elenco y de una interpretación muy personal del final de la historia), el director de Los cuatrocientos golpes y Jules et Jim propone una versión interesante que, a casi cuarenta años de realizada, mantiene su vigencia. Así, quien haya leído el libro de Bradbury sentirá que la esencia de la trama es respetada y volverá a compenetrarse con el drama de ese bombero del futuro entrenado para quemar libros.

Cuando uno repasa las reseñas de la época, llama la atención el menosprecio por el trabajo del actor principal, Oskar Werner (incluso ciertos críticos lamentan que el rol no haya quedado en manos de Paul Newman, tal como se había pensado en una primera instancia). Sin embargo, la composición de Montag es irreprochable: basta con detenerse en su mirada para percibir la toma de conciencia y la paulatina transformación del personaje.

De Julie Chistie tampoco se habla muy bien. Pero -seamos honestos- ¿por qué pedirle peras al olmo? ¿Qué puede pretenderse de quien quedó eternamente pegada a la insulsa La novicia rebelde? A lo sumo, en este punto sí deberíamos coincidir con aquellas críticas que acusaron a Truffaut y su equipo de haber hecho un mal casting.

En definitiva, probablemente ésa sea la objeción más importante que podamos atribuirle a Fahrenheit 451. Por lo demás, se trata de un título muy recomendable: para recordar a dos grandes como Truffaut y Bradbury, para disfrutar de un casi “clásico” y para comprobar que, a veces, cine y literatura bien pueden ir de la mano.

Extraido de http://www.nosoloblogs.net/archivos/fahrenheit-451/

Esta película esta obviamente basada en la novela de Bradbury pero presenta bastante diferencias en cuanto a desarrollo del guión, la idea básica es la misma, pero Truffaut añade y quita cosas del libro o desordena los acontecimientos que transcurren en él. Logicamente tiene que adaptarse el libro a los 112 minutos que duran la cinta. En alguna de estas obligadas adaptaciones tenemos por ejemplo el final, que se endulza notablemnte en la película bastante más que en la novela para que quede más “cinematográfico”. [...]

Los actores son Oskar Werner y Julie Christie, la cuál interpreta dos papeles, como la joven vecina de Montag ,Clarisse y como la mujer del mismo. Esta actriz aparece en películas famosas como Doctor Zhivago y Chinatown.

La película cuenta con una estética “setentera” y unos efectos especiales no muy espectaculares, pero a mi personalmente me gusta cómo está rodada y la belleza visual de alguna de las escenas. Sin ir más lejos, los créditos que son leidos por un contundente voz de una narradora acompañado por las imágenes de las antenas de televisión de varias casas. Por supuesto “sólo” son hablados, ya que todo el material escrito está prohíbido y debe ser destruido.

Es la primera película de François Truffaut en color y su única rodada en lengua inglesa. Los libros que se queman en ella son los favoritos del director.

A continuación os dejo un interesante diálogo entre Guy Montag, el protagonista de la novela y su Jefe de brigada de bomberos.

Biblioteca

“Todo esto es nuestro (Refiriendose a una biblioteca personal que acaban de encontrar), escucheme, a todo bombero una vez al menos en su carrera le tienta saber lo que contienen estos libros, incluso daría su vida por ellos, bien pues puede creerme Montag no hay nada en ellos ¡¡ Los libros no dicen nada !!
Mire, todo esto son novelas, tratan de personas que jamás han existido, las gentes que las leen quedan descontentas de sus propias vidas y sienten deseos de vivir de otro modo, lo que jamás podrá ser en la realidad”

Entonces llega otro bombero y les dice que hay que quemar la casa por completo. Pero el jefe continua con su “discurso”.

“Vamos Montag todo esta filosofía hay que hacerla desaparecer, es peor aún que las novelas, pensadores, filosófos, todos dicen exactamente lo mismo Sólo yo tengo razón los demás… son idiotas. Los de un siglo nos dicen que el destino del hombre está trazado de antemano, los del siguiente nos dicen que tiene libertad para elegir… cuestión de modas nada más, la filosofía es lo mismo que… falda corta este año, falda larga el año que viene.
Mire, todo vidas de hombres muertos, Biografías se llaman y autobiografías. Mi vida, Mi diario, Mis memorias, Mis.. memorías íntimas. Naturalmente al empezar sólo les movía el deseo de escribir pero tras el segundo o tercer libro sólo querían satisfacer su vanidad, destacarse de la masa, ser distintos, sentirse con derecho a despreciar a los demás…”

Mientra él sigue hablando de los premios literarios Montag coje un libro sigilosamente y se lo guarda, el Jefe no se da cuenta.

Robinson Crusue, a los negros no les gustaba debido a su criado Viernes y Nietzsche…, ah Nietzsche a los judios no les gustaba Nietzsche. Un libro sobre el cáncer de pulmón, los que entonces fumaban cigarrillos cojieron panico, asi que para tranquilidad de todos lo quemaremos. Ah, este debe de ser muy profundo… La ética de Aristoteles, cualquiera que lo haya leido a la fuerza ha de considerase superior al que no lo ha leido y es inutil, comprendalo, todo hemos de ser iguales, sólo se alcanza la felicidad estando todo el mundo al mismo nivel, por eso debemos quemar los libros Montag, todos los libros…”

Mein Kampf


“Hay peores cosas que quemar libros, una de ellas es no leerlos.”

La última peli: Cayo Largo

Título original: "Key Largo"
País y año: EE.UU. (1948)
Género: Intriga Duración: 105'


Sinopsis: Frank McCloud, un ex-comandante del ejército norteamericano, llega a un pequeño hotel en Cayo Largo, Florida, con el propósito de localizar a James Temple, el propietario. Quiere darle un mensaje de su hijo, fallecido en la guerra. Su llegada es mal recibida por cuatro tipos siniestros y malhumorados, que le aconsejan marcharse. Junto a estos individuos va una atractiva rubia llamada Gaye. Llega la noche y un terrible huracán asola la costa de Florida. La tensión nerviosa de todos los que están en el motel se hace insoportable, hasta que aparece un tal Mister Brown, que resulta ser Rocco, un famoso gangster. El mafioso tiene la intención de salir del país y toma a Temple y su hija como rehenes. McCloud es el único que puede ayudarlos.

Ficha artística de la película

Actor / Actriz: Humphrey Bogart, Edward G. Robinson, Lauren Bacall, Lionel Barrymore, Claire Trevor, Thomas Gomez, Harry Lewis, John Rodney, Marc Lawrence, Dan Seymour, Monte Blue, Jay Silverheels, Rodric Red Wing, Joe P. Smith, Albert Marin, Pat Flaherty, Jerry Jerome, John Phillips, Lute Crockett, Felipa Gomez, William Haade
Guionista: John Huston, Maxwell Anderson, Richard Brooks
Director: John Huston
Musica: Max Steiner
Cinemat/Montador: Karl Freund

Profesores desesperados de Javier Marias

EL PAIS SEMANAL - 09-10-2005

Un desesperado profesor de Enseñanza Secundaria me hace llegar la carta que dos mil compañeros suyos enviaron el pasado mes de julio a la Ministra de Educación, San Segundo. En ella le hablan del constante y creciente deterioro que viene sufriendo la enseñanza en nuestro país desde la implantación de la nefasta LOGSE, en tiempos de los anteriores Gobiernos socialistas de Felipe González, hasta la actual LOE (con la que están seguros de que el desastre irá a más), pasando por las correspondientes reformas del periodo de Aznar. Los motivos de preocupación, descontento, desánimo, estupor y hasta depresión del colectivo docente son tan numerosos que el principal de ellos lo dejaré para el domingo próximo. En realidad, las sandeces y disparates contenidos en las diversas leyes de Educación, y en particular en las de los socialistas, son tan abarcadores y de tal calibre que cada uno de ellos exigiría una pieza entera, a ser posible escrita por alguien con más conocimiento directo del asunto que yo y que sufra el problema en carne propia.

Con todo, no hace falta ser un especialista para darse cuenta de lo descabellado y necio de algunos de los postulados hoy reinantes en este ámbito. Uno de los más insensatos es que no se debe elevar el nivel de exigencia de los estudios, porque eso “atentaría contra la igualdad de oportunidades”. Se trata de una falacia doble o triple, porque el hijo de un estibador no tiene por qué ser peor estudiante que el de un catedrático, y ejemplos a millares presenta la historia de verdaderos melones nacidos de reconocidas lumbreras, y de asombrosos talentos cuyos progenitores no habían leído un libro en su vida (entre estos últimos vástagos, Kant, Kepler, Newton, Copérnico, Dickens, Chéjov y Edison, por citar muy pocos: por fortuna la capacidad e incapacidad intelectuales no son forzosamente hereditarias). Asimismo es de bolonios bajar el nivel de exigencia para que no “se aprovechen” los más listos, porque eso equivale a fomentar la tontería de todos, en vez de procurar que los menos listos se esfuercen por serlo un poco más (en mi experiencia de profesor universitario en tres países siempre comprobé cómo los alumnos al principio menos capaces lo eran al final tanto como los que más: un docente ha de partir de la base de que nada de lo que enseñe se hará tan difícil para que no puedan aprenderlo todos sus alumnos suficientemente … si están dispuestos a ello, claro está). Por último, parece mentira que supuestos “expertos” y legisladores padezcan tal confusión mental respecto a la igualdad de oportunidades. Por utilizar un símil popular y de fácil comprensión, aquélla viene a ser como la exigencia de que cualquier partido de fútbol empiece con 0-0 en el marcador, y no, como reclamarían esos “expertos”, de que al iniciarse el segundo tiempo, y tras haber conseguido un equipo tres goles y el otro ninguno, el resultado se volviera a poner a cero; ni tampoco, desde luego, de que el club que posee jugadores en teoría mejores renuncie a alinearlos o saque al campo tan sólo a siete para enfrentarse a once contrarios; o de que no exista Primera División (ni la posibilidad de alcanzarla), sino solamente Tercera. Nada hay tan perjudicial para una sociedad como, en lugar de intentar que todos sean buenos o lo mejor posibles, empeñarse en que nadie lo sea para “acabar con las diferencias”. Tales diferencias deben ser inexistentes o mínimas al comienzo de los estudios, pero es normal y aun obligado que las haya a su término. No se puede volver eternamente a un artificial 0-0 “igualitario”.
Otra de las majaderías que propugnan las leyes socialistas de Educación es el destierro del uso de la memoria, sobre el que debe prevalecer el de la “inteligencia”. Quienes contraponen ambas facultades es obvio que carecen de la segunda, que sin la primera no se da, sencillamente. No se trataría de volver a las viejas prácticas cotorriles, cuando los estudiantes eran obligados a memorizar meras listas de la misma manera que aprendíamos de corrido el Padre Nuestro o el Credo sin fijarnos en lo que significaban esas oraciones. Hay una memorización mecánica y hueca, al alcance de casi cualquiera, y hay una memoria de aprehensión, asimilación, asunción, de apropiación de los hechos y los datos. Sin ella –y sin la capacidad asociativa que proporciona– no hay conocimiento posible, ni siquiera de la propia biografía. Hasta la noción de identidad depende de la memoria, porque si yo no me recordara a los quince, a los diez o a los cuatro años, malamente podría asegurar que el que hoy soy sea el mismo que aquel muchacho o aquel niño. De parecida forma, si uno carece de una elemental visión cronológica de la historia del mundo, por ejemplo, difícilmente podrá aplicar ninguna supuesta inteligencia al mundo en el que vive, que creerá, con radical estupidez, nacido a la vez que él.