Por Joaquín PrietoEl País06/12/04, 07.35 horas
Si no fuera porque las autoridades han dado la alerta a medio mundo, la historia podría parecer de Gila. Dos gendarmes del aeropuerto parisiense de Roissy-Charles de Gaulle colocaron el viernes pasado una sustancia explosiva en la maleta de un viajero, sin que éste supiera nada, dentro de la zona de equipajes ya facturados. El incidente ha permitido descubrir que se utilizan tales procedimientos para entrenar a los perros encargados de la detección. El problema es que los policías perdieron de vista la maleta y se ignora cuál de los 80 o 90 vuelos que salieron del aeropuerto a esas horas se llevó en las bodegas el bulto con sorpresa. Los usuarios de aviones están hartos de oír la cantinela por los altavoces de los aeropuertos: "¡Mantenga vigiladas sus pertenencias!" o "¡un equipaje abandonado puede ser destruido inmediatamente!".
Todo el mundo se queda tranquilo cuando la maleta entra en la cinta y desaparece. Pues no. Al menos en el aeropuerto parisiense, esa maleta puede recibir un paquetito explosivo de las manos de las propias autoridades, en un "ejercicio en condiciones reales" para probar el sistema de detección. En el caso que nos ocupa, "el paquete fue colocado en una maleta azul de 50 a 60 centímetros, con ruedas y una empuñadura enrollable", aclaró el coronel Richard Alexandre, jefe de la Gendarmería de Transportes. Lo cual no ayuda mucho, ya que es uno de los modelos de equipaje más corrientes en los viajes aéreos. Todo ocurrió en la zona de vuelos internacionales. Los agentes metieron el cebo en el bolsillo lateral de una maleta y pusieron a trabajar a uno de los perros que, muy profesional, dio enseguida con el equipaje sospechoso. En vez de retirar el explosivo, la patrulla se marchó a buscar a un segundo perro; durante su ausencia, un empleado embarcó rutinariamente la maleta en uno de los vuelos. ¿Cuál? Entre el "entrenamiento" y la alerta transcurrieron un par de horas, tiempo para que el explosivo fuera embarcado en unos 80 o 90 vuelos distintos. El paquete no llevaba detonador, por lo que se descarta el peligro de estallido. El problema es que estos explosivos dejan residuos en los objetos con los que entran en contacto (ropa, la propia maleta) y podrían ser detectados en controles posteriores. De momento, los 370 pasajeros de un vuelo de Air France a Tahití fueron cacheados de arriba abajo, personas y pertenencias, durante una escala en Los Ángeles. Buenas son las autoridades de EE UU ante una sospecha de explosivos a bordo... "Es como una barrita de chocolate o de pasta de modelar, de unos 150 gramos, introducida en una bolsita de plástico", explica la Gendarmería, deseosa de que la pista llegue al dueño de la maleta en cuestión. Todos los aviones que salieron el viernes de París han llegado felizmente a su destino, y tampoco ha llamado nadie para decir aquello de "hay algo raro en mi equipaje". El coronel Alexandre defendió la necesidad de estos ejercicios porque "si se obliga a los perros a trabajar siempre con las mismas maletas, pueden acostumbrarse a ir a por la misma y esto puede falsear el resultado". Sin embargo, el militar concedió que será necesario revisar el procedimiento. El primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, se confesó "preocupado". El jefe del Gobierno admitió que eso de introducir explosivos en maletas de viajeros "hace correr riesgos al pasajero afectado, de cara a autoridades de otros países, cuando se llega al punto de destino".
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