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11 febrero 2008

Libro recomedado: Generación NBA

¿Quieres conocer la historia reciente de la NBA?

Si la respuesta es afirmativa, este es el libro que estabas buscando. En sus casi 500 páginas, 16 de ellas con fotos a color, encontrarás los hechos más importantes acaecidos en el período que comienza en 1979-80 con la llegada de Magic Johnson y Larry Bird a la competición, así como la instauración de la línea de 3 puntos, y finaliza en la actualidad, en pleno siglo XXI.
La NBA tal como la conocemos hoy, comenzó un dia de junio de 1979, cuando el antiguo comisionado Larry O´Brien pronunció en el escenario un nombre que estaría en boca de millones de aficionados durante más de una decada: Earvin "Magic" Johnson. Por esas mismas fechas, se incorporó la linea de tres puntos, una variante táctica y una posibilidad de juego que a la postre fue más importante de lo que parecía en aquellos primeros momentos. Los cinco años que separan la llegada de Magic y Bird a la NBA de su primera confrontación en una final constituyen la clave que nos permite definir los parámetros de una NBA moderna, actual, mediática y globalizada que, a su vez, es de lo que trata este apasionante libro.

26 junio 2006

El presupuesto de Mario Benedetti

En nuestra oficina regía el mismo presupuesto desde el año mil novecientos veintitantos, o sea desde una época en que la mayoría de nosotros estábamos luchando con la geografía y con los quebrados. Sin embargo, el jefe se acordaba del acontecimiento y a veces, cuando el trabajo disminuía, se sentaba familiarmente sobre uno de nuestros escritorios, y así, con las piernas colgantes que mostraban después del pantalón unos inmaculados calcetines blancos, nos relataba con su vieja emoción y las quinientas noventa y ocho palabras de costumbre, el lejano y magnífico día en que su Jefe -él era entonces Oficial Primero- le había palmeado el hombro y le había dicho: «Muchacho, tenemos presupuesto nuevo», con la sonrisa amplia y satisfecha del que ya ha calculado cuántas camisas podrá comprar con el aumento.
Un nuevo presupuesto es la ambición máxima de una oficina pública. Nosotros sabíamos que otras dependencias de personal más numeroso que la nuestra, habían obtenido presupuesto cada dos o tres años. Y las mirábamos desde nuestra pequeña isla administrativa con la misma desesperada resignación con que Robinson veía desfilar los barcos por el horizonte, sabiendo que era tan inútil hacer señales como sentir envidia. Nuestra envidia o nuestras señales hubieran servido de poco, pues ni en los mejores tiempos pasamos de nueve empleados, y era lógico que nadie se preocupara de una oficina así de reducida.
Como sabíamos que nada ni nadie en el mundo mejoraría nuestros gajes, limitábamos nuestra esperanza a una progresiva reducción de las salidas, y, en base a un cooperativismo harto elemental, lo habíamos logrado en buena parte. Yo, por ejemplo, pagaba la yerba; el Auxiliar Primero, el té de la tarde; el Auxiliar Segundo, el azúcar; las tostadas el Oficial Primero, y el Oficial Segundo la manteca. Las dos dactilógrafas y el portero estaban exonerados, pero el Jefe, como ganaba un poco más, pagaba el diario que leíamos todos.
Nuestras diversiones particulares se habían también achicado al mínimo. íbamos al cine una vez por mes, teniendo buen cuidado de ver todos difer entes películas, de modo que, relatándolas luego en la Oficina, estuviéramos al tanto de lo que se estrenaba. Habíamos fomentado el culto de juegos de atención tales como las damas y el ajedrez, que costaban poco y mantenían el tiempo sin bostezos. jugábamos de cinco a seis, cuando ya era imposible que llegaran nuevos expedientes, ya que el letrero de la ventanilla advertía que después de las cinco no se recibían «asuntos». Tantas veces lo habíamos leído que al final no sabíamos quién lo había inventado, ni siquiera qué concepto respondía exactamente a la palabra «asunto». A veces alguien venía y preguntaba el número de su «asunto». Nosotros le dábamos el del expediente y el hombre se iba satisfecho. De modo que un «asunto» podía ser, por ejemplo, un expediente.
En realidad, la vida que pasábamos allí no era mala. De, vez en cuando el jefe se creía en la obligación de mostrarnos las ventajas de la administración pública sobre el comercio, y algunos de nosotros pensábamos que ya era un poco tarde para que opinara diferente.
Uno de sus argumentos era la Seguridad. La seguridad de que no nos dejarían cesantes. Para que ello pudiera acontecer, era preciso que se reuniesen los senadores, y nosotros sabíamos que los senadores apenas si se reunían cuando tenían que interpelar a un Ministro. De modo que por ese lado el jefe tenía razón. La Seguridad existía. Claro que también existía la otra seguridad, la de que nunca tendríamos un aumento que nos permitiera comprar un sobretodo al contado. Pero el jefe, que tampoco podía comprarlo, consideraba que no era ése el momento de ponerse a criticar su empleo ni tampoco el nuestro. Y -como siempre tenía razón.
Esa paz ya resuelta y casi definitiva que pesaba en nuestra Oficina, dejándonos conformes con nuestro pequeño destino y un poco torpes debido a nuestra falta de insomnios, se vio un día alterada por la noticia que trajo el Oficial Segundo. Era sobrino de un Oficial Primero del Ministerio y resulta que ese tío -dicho sea sin desprecio y con propiedad- había sabido que allí se hablaba de un presupuesto nuevo para nuestra Oficina. Como en el primer momento no supimos quién o quiénes eran los que hablaban de nuestro presupuesto, sonreímos con la ironía de lujo que reservábamos para algunas ocasiones, como si el Oficial Segundo estuviera un poco loco o como si nosotros pensáramos que él nos tomaba por un poco tontos. Pero cuando nos agregó que, según el tío, el que había hablado de ello había sido el mismo secretario) o sea el alma parens del Ministerio, sentimos de pronto que en nuestras vidas de setenta pesos algo estaba cambiando, como si una mano invisible hubiera apretado al fin aquella de nuestras tuercas que se hallaba floja, como si nos hubiesen sacudido a bofetadas toda la conformidad y toda la resignación.
En mi caso particular, lo primero que se me ocurrió pensar y decir, fue «lapicera fuente». Hasta ese momento yo no había sabido que quería comprar una lapicera fuente, pero cuando el Oficial Segundo abrió con su noticia ese enorme futuro que apareja toda posibilidad, por mínima que sea, en seguida extraje de no sé qué sótano de mis deseos una lapicera de color negro con capuchón de plata y con mi nombre inscripto. Sabe Dios en qué tiempos se había enraizado en mí.
Vi y oí además como el Auxiliar Primero hablaba de una bicicleta y el jefe contemplaba distraídamente el taco desviado de sus zapatos y una de las dactilógrafas despreciaba cariñosamente su cartera del último lustro. Vi y oí además cómo todos nos pusimos de inmediato a intercambiar'nuestros proyectos, sin importarnos realmente nada lo que el otro decía, pero necesitando hallar un escape a tanta contenida e ignorada ilusión. Vi y oí además cómo todos decidimos festejar la buena nueva financiando con el rubro de reservas una excepcional tarde de bizcochos.
Eso -los bizcochos fue el paso primero. Luego siguió el par de zapatos que se compró el jefe. A los zapatos del Jefe, mi lapicera adquirida a pagar en diez cuotas. Y a mi lapicera, el sobretodo del Oficial Segundo, la cartera de la Primera Dactilógrafa, la bicicleta del Auxiliar Primero. Al mes y medio todos estábamos empeñados y en angustia.
El Oficial Segundo había traído más noticias. Primeramente, que el presupuesto estaba a informe de la Secretaría del Ministerio. Después que no. No era en Secretaría. Era en Contaduría. Pero el jefe de Contaduría estaba enfermo y era preciso conocer su opinión. Todos nos preocupábamos por la salud de ese jefe del que sólo sabíamos que se llarnaba Eugenio y que tenía a estudio nuestro presupuesto. Hubiéramos querido obtener hasta un boletín diario de su salud. Pero sólo teníamos derecho a las noticias desalentadoras del tío de nuestro Oficial Segundo. El jefe de Contaduría seguía peor. Vivimos una tristeza tan larga por la enfermedad de ese funcllblwio, que el día de su muerte sentimos, como los deudos de un asmátio grave, una especie de alivio al no tener que preocuparnos más de él. En realidad, nos pusimos egoístamente alegres, porque esto significabala posibilidad de que llenaran la vacante y nombraran otro jefe que estudiara al fin nuestro presupuesto.
A los cuatro meses de la muerte de don Eugenio nombraron otro jefe de Contaduría. Esa tarde suspendimos la partida de ajedrez, el mate y el trámite administrativo. El jefe se puso a tararear un aria de Aida y nosotros nos quedamos -por esto y por todo- tan nerviosos, que tuvimos que salir un rato a mirar las vidrieras. A la vuelta nos esperaba una emoción. El tío había informado que nuestro presupuesto no había estado nunca a estudio de la Contaduría. Había sido un error. En realidad, no había salido de la Secretaría. Esto significaba un considerable oscurecimiento de nuestro panorama. Si el presupuesto a estudio hubiera estado en Contaduría, no nos habríamos alarmado. Después de todo, nosotros sabíamos que hasta el momento no se había estudiado debido a la enfermedad del jefe. Pero si había estado realmente en Secretaría, en la que el Secretario -su jefe supremo- gozaba de perfecta salud, la demora no se debía a nada y podía convertirse en demora sin fin.
Allí comenzó la etapa crítica del desaliento. A primera hora nos mirábamos todos con la interrogante desesperanzado de costumbre. Al principio todavía preguntábamos «¿Saben algo?» Luego optamos por decir «¿Y?» y terminamos finalmente por hacer la pregunta con las cejas. Nadie sabía nada. Cuando alguien sabía algo, era que el presupuesto todavía estaba a estudio de la Secretaría.
A los ocho meses de la noticia primera, hacía ya dos que mi lapicera no funcionaba. El Auxiliar Primero se había roto una costilla gracias a la bicicleta. Un judío era el actual propietario de los libros que había comprado el Auxiliar Segundo; el reloj del Oficial Primero atrasaba un cuarto de hora por jornada; los zapatos del jefe tenían dos medias suelas (una cosida y otra clavada), y el sobretodo del Oficial Segundo tenía las solapas gastadas y erectas como dos alitas de equivocación.
Una vez supimos que el Ministro había preguntado por el presupuesto. A la semana, informó Secretaría. Nosotros queríamos saber qué decía el informe, pero el tío no pudo averiguarlo porque era «estrictamente confidencial». Pensamos que eso era sencillamente una estupidez, porque nosotros, a todos aquellos expedientes que traían una tarjeta en el ángulo superior con leyendas tales como «muy urgente», «trámite preferencial» o «estrictamente reservados, los tratábamos en igualdad de condiciones que a los otros. Pero por lo visto en el Ministerio no eran del mismo parecer.
Otra vez supimos que el Ministro había hablado del presupuesto con el Secretario. Como a las conversaciones no se les ponía ninguna tar'eta especial, el tío pudo enterarse y enterarnos de que el Ministro estaba de acuerdo. ¿Con qué y con quién estaba de acuerdo? Cuando el tío quiso averiguar esto último, el Ministro ya no estaba de acuerdo. Entonces, sin otra explicación comprendimos que antes había estado de acuerdo con nosotros.
Otra vez supimos que el presupuesto había sido reformado. Lo iban a tratar en la sesión del próximo viernes, pero a los catorce viernes que siguieron a ese próximo, el presupuesto no había sido tratado. Entonces empezamos a vigilar las fechas de las próximas sesiones y cada sábado nos decíamos: «Bueno ahora será hasta el viernes. Veremos qué pasa entonces». Llegaba el viernes y no pasaba nada. Y el sábado nos decíamos: «Bueno, será hasta el viernes. Veremos qué pasa entonces. » Y no pasaba nada. Y no pasaba nunca nada de nada.
Yo estaba ya demasiado empeñado para permanecer impasible, porque la lapicera me había estropeado el ritmo económico y desde entonces yo no había podido recuperar mi equilibrio. Por eso fue que se me ocurrió que podíamos visitar al Ministro.
Durante varias tardes estuvimos ensayando la entrevista. El Oficial Primero hacía de Ministro, y el jefe, que había sido designado por aclamación para hablar en nombre de todos, le presentaba nuestro reclamo. Cuando estuvimos conformes con el ensayo, pedimos audiencia en el Ministerio y nos la concedieron para el jueves. El jueves dejamos pues en la Oficina a una de las dactilógrafas y al portero, y los demás nos fuimos a conversar con el Ministro. Conversar con el Ministro no es lo mismo que conversar con otra persona. Para conversar con el Ministro hay que esperar dos horas y media y a veces ocurre, como nos pasó precisamente a nosotros, que ni al cabo de esas dos horas y media se puede conversar con el Ministro. Sólo llegamos a presencia del Secretario, quien tomó nota de las palabras del jefe -muy inferiores al peor de los ensayos, en los que nadie tartamudeaba- y volvió con la respuesta del Ministro de que se trataría nuestro presupuesto en la sesión del día siguiente.
Cuando -relativamente satisfechos- salíamos del Ministerio, vimos que un auto se detenía en la puerta y que de él bajaba el Ministro.
Nos pareció un poco extraiío que el Secretario nos hubiera traído la respuesta personal del Ministro sin que éste estuviese presente. Pero en realidad nos convenía más confiar un poco y todos asentimos con satisfacción y desahogo cuando el jefe opinó que el Secretario seguramente habría consultado al Ministro por teléfono.
Al otro día, a las cinco de la tarde estábamos bastante nerviosos. Las cinco de la tarde era la hora que nos habían dado para preguntar. Habíamos trabajado muy poco; estábamos demasiado inquietos como para que las cosas nos salieran bien. Nadie decía nada. El jefe ni siquiera tarareaba su aria. Dejamos pasar seis minutos de estricta prudencia. Luego el jefe discó el número que todos sabíamos de memoria, y pidió con el Secretario. La conversación duró muy poco. Entre los varios «Sí», «Ah, sí», «Ah, bueno» del jefe, se escuchaba el ronquido indistinto del otro. Cuando el jefe colgó el tubo, todos sabíamos la respuesta. Sólo para confirmarla pusimos atención: «Parece que hoy no tuvieron tiempo. Pero dice el Ministro que el presupuesto será tratado sin falta en la sesión del próximo viernes. »


Hagamos un trato de Mario Benedetti

Cuando sientas tu herida sangrar
cuando sientas tu voz sollozar
cuenta conmigo.
(de una canción de Carlos Puebla)

Compañera,
usted sabe
que puede contar conmigo,
no hasta dos ni hasta diez
sino contar conmigo .

Si algunas veces
advierte
que la miro a los ojos,
y una veta de amor
reconoce en los míos,
no alerte sus fusiles
ni piense que deliro;
a pesar de la veta,
o tal vez porque existe,
usted puede contar
conmigo.

Si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo,
no piense que es flojera
igual puede contar conmigo.

Pero hagamos un trato:
yo quisiera contar con usted,
es tan lindo
saber que usted existe,
uno se siente vivo;
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos,
aunque sea hasta cinco.

No ya para que acuda
presurosa en mi auxilio,
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.

Táctica y estrategia de Mario Benedetti

Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos.

Mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible.

Mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos.

Mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos

no haya telón
ni abismos.

Mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple.

Mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.

24 octubre 2005

Ripio de Sabina para Letizia Ortiz

Ripio de Sabina para Letizia Ortiz

Joaquin Sabina ha creado un ripio republicano para Letizia Ortiz. Será un ripio a varias manos dedicado a la novia del Príncipe Felipe. Las coplas, en las que se hace referencia al pasado de Letizia Ortiz y al cambio de estatus que supone su boda, han surgido entre un grupo de amigos a propuesta de la escritora Almudena Grandes para dar una respuesta republicana al enlace.


El Ripiado de Palacio, ripio de Joaquin Sabina, es un poema lleno de ironía y humor que dice, entre otras perlas: "Las faltas de ortografía que desdeña la poesía a mí me la ponen dura, y esa zeta de Letizia es la falta y la delizia de una carizia madura", y le aconseja, "cristínate, elénate, Leti, urdangarínate, pero sin marichalarte". Si quieres ver el ripio republicano completo, sigue leyendo.


RIPIADO DE PALACIO (PARA LETIZIA ORTIZ)


Bendita señá Leticia, la «queli» de un tal Erquicia que ayer os arrejuntó. A más de un republicano los dedos de entre ambas manos juntas nos emocionó, y sin cambiar de bandera, de dios ni de trinchera, quisiera princesa Ortiz decirte en esta balada que ya no hay cuentos de hadas no abunda el final feliz.


Vas a comértelo crudo porque la ley del embudo se venga de los que son discretos y menestrales cuando en los fastos reales no tienen invitación.


De corazón te lo digo, no tengo ningún amigo que no te quiera querer, y eso que somos tan rojos que quemamos los rastrojos del fuego que pudo ser.


¿Por qué carajo te escribo? First of all porque estoy vivo y no me pienso morir.


La Sartorius se quedó corta y la nórdica no supo hacer de Pocahontas. Hablemos de usted a tú, dile que la sangre azul cuando sangra es bermellona, que se mezcle con la gente, que no sea tan indolente al peso de su corona.


Lo que no entiendo Letizia es que cambies la noticia por lo que dicta el dictado, ordenanzas, escalofrío no te bañes en el río de un corazón programado.


Las faltas de ortografía que desdeña la poesía a mí me la ponen dura, y esa zeta de Letizia es la falta y la «delizia» de una «carizia» madura.


No reines sobre el olvido ¡como entiendo a tu ex marido abreviado y extremeño! Defiende tu pedigrí, no abuses del bisturí, lo más grande es lo pequeño, la familia es un sorteo, Julieta besa a Romeo por no cortarle las alas.


Un Larra en una botella le regaló su doncella a Felipe el doliente. La corte de los milagros parece un corral de Almagro sin Lopes ni Calderones. !Ojalá que los Ortiz maquillen con su barniz ilustrado a los Borbones!


No escuches a los modistos que no se pasen de listos los más tontos de la escuela, mejor Rembrandt, Garcilaso, Groucho Marx, Einstein, Picasso, Woody, Piaf, Chavela.


Muda el esquilón de buey. Ni quito ni pongo rey pero ayudo a su señora ¡Trágala! ¡Viva la Pepa! Métanles donde les quepa el rosario de la aurora.


Cristínate, Elénate, Leti. Urdangarínate pero sin Marichalarte. Nadie venda los secretos de aquel marido discreto que no es juez siendo tan parte.


Que sigas siendo tan guapa y que hagas tu labor de zapa más deprisa que despacio, y déjame terminar abusando de lidiar el ripiado de palacio.

12 octubre 2005

Profesores desesperados de Javier Marias

EL PAIS SEMANAL - 09-10-2005

Un desesperado profesor de Enseñanza Secundaria me hace llegar la carta que dos mil compañeros suyos enviaron el pasado mes de julio a la Ministra de Educación, San Segundo. En ella le hablan del constante y creciente deterioro que viene sufriendo la enseñanza en nuestro país desde la implantación de la nefasta LOGSE, en tiempos de los anteriores Gobiernos socialistas de Felipe González, hasta la actual LOE (con la que están seguros de que el desastre irá a más), pasando por las correspondientes reformas del periodo de Aznar. Los motivos de preocupación, descontento, desánimo, estupor y hasta depresión del colectivo docente son tan numerosos que el principal de ellos lo dejaré para el domingo próximo. En realidad, las sandeces y disparates contenidos en las diversas leyes de Educación, y en particular en las de los socialistas, son tan abarcadores y de tal calibre que cada uno de ellos exigiría una pieza entera, a ser posible escrita por alguien con más conocimiento directo del asunto que yo y que sufra el problema en carne propia.

Con todo, no hace falta ser un especialista para darse cuenta de lo descabellado y necio de algunos de los postulados hoy reinantes en este ámbito. Uno de los más insensatos es que no se debe elevar el nivel de exigencia de los estudios, porque eso “atentaría contra la igualdad de oportunidades”. Se trata de una falacia doble o triple, porque el hijo de un estibador no tiene por qué ser peor estudiante que el de un catedrático, y ejemplos a millares presenta la historia de verdaderos melones nacidos de reconocidas lumbreras, y de asombrosos talentos cuyos progenitores no habían leído un libro en su vida (entre estos últimos vástagos, Kant, Kepler, Newton, Copérnico, Dickens, Chéjov y Edison, por citar muy pocos: por fortuna la capacidad e incapacidad intelectuales no son forzosamente hereditarias). Asimismo es de bolonios bajar el nivel de exigencia para que no “se aprovechen” los más listos, porque eso equivale a fomentar la tontería de todos, en vez de procurar que los menos listos se esfuercen por serlo un poco más (en mi experiencia de profesor universitario en tres países siempre comprobé cómo los alumnos al principio menos capaces lo eran al final tanto como los que más: un docente ha de partir de la base de que nada de lo que enseñe se hará tan difícil para que no puedan aprenderlo todos sus alumnos suficientemente … si están dispuestos a ello, claro está). Por último, parece mentira que supuestos “expertos” y legisladores padezcan tal confusión mental respecto a la igualdad de oportunidades. Por utilizar un símil popular y de fácil comprensión, aquélla viene a ser como la exigencia de que cualquier partido de fútbol empiece con 0-0 en el marcador, y no, como reclamarían esos “expertos”, de que al iniciarse el segundo tiempo, y tras haber conseguido un equipo tres goles y el otro ninguno, el resultado se volviera a poner a cero; ni tampoco, desde luego, de que el club que posee jugadores en teoría mejores renuncie a alinearlos o saque al campo tan sólo a siete para enfrentarse a once contrarios; o de que no exista Primera División (ni la posibilidad de alcanzarla), sino solamente Tercera. Nada hay tan perjudicial para una sociedad como, en lugar de intentar que todos sean buenos o lo mejor posibles, empeñarse en que nadie lo sea para “acabar con las diferencias”. Tales diferencias deben ser inexistentes o mínimas al comienzo de los estudios, pero es normal y aun obligado que las haya a su término. No se puede volver eternamente a un artificial 0-0 “igualitario”.
Otra de las majaderías que propugnan las leyes socialistas de Educación es el destierro del uso de la memoria, sobre el que debe prevalecer el de la “inteligencia”. Quienes contraponen ambas facultades es obvio que carecen de la segunda, que sin la primera no se da, sencillamente. No se trataría de volver a las viejas prácticas cotorriles, cuando los estudiantes eran obligados a memorizar meras listas de la misma manera que aprendíamos de corrido el Padre Nuestro o el Credo sin fijarnos en lo que significaban esas oraciones. Hay una memorización mecánica y hueca, al alcance de casi cualquiera, y hay una memoria de aprehensión, asimilación, asunción, de apropiación de los hechos y los datos. Sin ella –y sin la capacidad asociativa que proporciona– no hay conocimiento posible, ni siquiera de la propia biografía. Hasta la noción de identidad depende de la memoria, porque si yo no me recordara a los quince, a los diez o a los cuatro años, malamente podría asegurar que el que hoy soy sea el mismo que aquel muchacho o aquel niño. De parecida forma, si uno carece de una elemental visión cronológica de la historia del mundo, por ejemplo, difícilmente podrá aplicar ninguna supuesta inteligencia al mundo en el que vive, que creerá, con radical estupidez, nacido a la vez que él.

30 marzo 2005

Poema de Silvina Bullrich

"Dale mi última lagrima
pero bésala antes
como antaño besaste
mis labios extasiados,
nuestros labios de amantes
nuestros ojos cerrados"

13 marzo 2005

Lo ultimo que leí: La doble muerte de Reiner Marcus

No busqueis en ningún sitio este libro porque todavía no se ha editado. He tenido el placer de leerlo y comentarlo con su autor antes de su publicación (si es que se publica algún día). El padre de la criatura es un profesor jubilado que acude de tanto en tanto a la tienda a recargar cartuchos. La obra es concebida desde un punto de vista totalizador, podriamos decir. Se intenta hacer una novela que haga recordar el nombre del autor en los cinco continentes, jeje. Entre las paginas de la novela he encontrado esta "contraportada" de autor desconocido, quizás alguien que lo haya leido antes que yo.
"Novela en la que se amalgaman la vasta cultura y la sensibilidad de quien ha llegado a la madurez y deja aflorar como un torrente su saber, en los umbrales de la sabiduría.
Un guión muy bien concebido, muy bien trabajado y muy bien desarrollado en el que se entrecruzan, alejándose y acercándose sin cesar, dos mundos aparentemente muy distantes en el espacio y sobre todo en el tiempo: cuanto más se adentra uno en la lectura, más se adentra en la percepción de que tal distancia es sólo aparente.
Una reflexión honda sobre el sentido/sinsentido de la existencia.
Una incontenible toma de partido por las victimas, interesadamente convertidas en seres o grupos a los que se margina para así poder acusarlos de marginales.
Un alegato humano y terrible, tan terrible como el dolor que describe, contra las consecuencias del ejercicio incontrolado, o tal vez incontrolable, del poder.
Una atmósfera de poesía y ternura en medio de la tragedia sin salida.
La ubérrima riqueza de vocabulario va hilvanando culturas diversas, de Oriente y de Occidente, mitologías, formas del Derecho, técnicas, mundos a la vez antiguos y contemporáneos nuestros y entre sí.
El sentido circular de la Historia, del Tiempo, del Pensamiento, va emergiendo engarzado en un guión y un discurso circular hasta llegar a la gran explosión de lucidez final, que es el principio.
Una abrumadora sensación, como un poso, de soledad, melancolía, tristeza, tal vez rabia, acaso nostalgia embarga y encoge el ánimo ante el final.
Uno se queda con la expectativa de leer en el futuro nuevos análisis/síntesis que sean cauce de la misma lucidez y el mismo sentimiento. Madera hay, sin la menor duda"

06 marzo 2005

Lo último que leí: La gran impostura de Meyssan

El título completo es "La gran impostura: 11 de septiembre de 2001.¡Ningún avión se estrelló en el Pentagono! Ha vendido más de 200.000 ejemplares en Francia y ha sido traducido a diez idiomas. Su autor es Thierry Meyssan, licenciado en Ciencias Políticas, defensor de las libertades y periodista de investigación (redactor jefe de la publicación mensual Maintenant). Se ha convertido en un experto en Derechos Humanos en la Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa.
Las irregularidades de las primeras fotografías del atentado contra el Pentagono y, posteriormente, la confusión y las contradicciones de las declaraciones oficiales, incluidas las que se realizaron sobre el World Trade Center, intrigaron a Thierry Meyssan, siempre atento observador de la actualidad internacional. A partir de entonces emprendió una investigación que lo ha llevado de revelación en revelación, tan insospechadas como sobrecogedoras.
Según el autor, la versión oficial no se sostiene con un análisis crítico. ¿Se trató realmente de un montaje? En algunos casos, los datos recogidos permiten reconstruir la verdad; en otros, las preguntas aún siguen sin respuesta, lo que no es una razón para seguir creyendo las mentiras de las autoridades. En cualquier caso, la tesis elaborada por Meyssan, propone dudar de la legitimidad de la respuesta estadounidense en Afganistán y "la guerra contra el Eje del Mal".
El autor, con absoluto rigor y con unas fuentes e información accesibles al lector, se basa en documentos de la Casa Blanca y el Departamento de Defensa, así como en las declaraciones a la prensa internacional de dirigentes civiles y militares estadounidenses.

02 marzo 2005

Libros recomendados (3): El extranjero

Libro clave de mis años juveniles y obra maestra de la literatura francesa. Me marcó bastante y hubo incluso una época en que quise aprender francés, con un metodo autodidacta, para poder leerlo en la lengua de Albert Camus.

1. Introducción
En su
novela "El Extranjero" Albert Camus describe en forma muy detallada la carencia de valores del mundo contemporáneo como consecuencia de la frustración y la desesperanza en la que Europa quedó sumergida después de la guerra. Meursault, el protagonista refleja la filosofía del absurdo, la sensación de alienación, de desencanto frente a la vida. El aburrimiento, la cotidianidad lo van haciendo insensible, indiferente y hasta casi despiadado. Parecería que da lo mismo ser de una forma que de otra. Sin embargo, también en la novela se afirman las cualidades positivas de la divinidad y la fraternidad humana.Considero que la obra debe llevarnos a una profunda reflexión acerca de la importancia de encontrarle un sentido a la vida. La costumbre no debe vencer al hombre, ninguna fuerza extraña debe dominarnos. Fuimos creados libres y con esa libertad debemos superar la cotidianidad, el absurdo, el sin sentido.Luego de basarme en la biografía de Albert Camus pasare al análisis del libro en el que trataré de demostrar como la ausencia de una meta, de un sentido en la vida, llevó a Meursault a tanta indiferencia, a ni siquiera luchar por su vida, a entregarse en el más absurdo y absoluto silencio.
2. Primera Parte
Capitulo I:Los hechos se suceden en Argel. El protagonista, Meursault recibe un telegrama en el que se le informa que su madre ha fallecido. Debe partir hacia Marengo, donde se encuentra el asilo de ancianos, lugar en el que se hallaba su madre. Pide permiso a su patrón y emprende el viaje.Una vez en el asilo, él esta abstraído en sus preocupaciones, se niega a ver el cuerpo de su madre y realiza reflexiones que demuestran su indiferencia ante un hecho de tanta importancia. En lugar de llorar a su madre, de expresarle su dolor, conversa con el conserje, de Paris. Fuma, se mantiene distante con los amigos de su madre que vienen a participar del velorio, le molesta el llanto de una de las mujeres… Se duerme. El entierro le resulta pesado, tortuoso por el calor de la jornada. Una vez concluido regresa a Argel con alegría pensando solamente en dormir. Nada hubo en él que expresara aflicción, pesar. Había muerto su madre, sin embargo, todo fue un trámite.
Capitulo II:Al despertar y darse cuenta que es sábado, siente el gozo de saber que tiene aun dos días de "vacaciones" y decide ir a bañarse al mar. Se encuentra con Maria Cardona, antigua mecanógrafa de su
oficina, por la que había sentido deseos en el pasado. La invita al cine y luego pasa la noche con ella. Habían transcurrido pocas horas del entierro de su madre. Sin embargo, no pareció importante. En cambio, a Maria le impresionó, aunque no hizo ningún comentario. El, entendía que no era su culpa; ya se había disculpado con su patrón. Con ella no se disculparía.Llega el domingo, describe la gente que pasa por la calle, reflexiona acerca de lo que harán y donde irán y también expresa el aburrimiento que le provoca ese día. Pensó que ya era un domingo menos, que su madre estaba ahora enterrada, que volvería a su trabajo. Nada había cambiado. El vacío que vive es extremo. No hay ninguna expresión de sensibilidad en sus reflexiones. Todo en él acontece como en forma autómata.
Capitulo III: Vuelve a su trabajo. Su patrón lo saluda por el luto y le pregunta por la edad de su madre. No la recuerda. Da una edad aproximada. Demuestra aquí un gran desamor por ella… ¡No saber su edad! Algo extraño, sus afectos no significan mucho, pero si el hacho de que la toalla que utiliza para secar sus manos, esté húmeda por la tarde. Sale a almorzar con un amigo, duerme un poco y luego regresa a la oficina. Al regresar a su casa, se encuentra con Salamano, un vecino viejo que tiene un perro sarnoso. Describe la relación entre ambos. A continuación se encuentra con Raymond Sintes, un segundo vecino que lo invita a comer algo en su habitación. Acepta para no tener que cocinar. Raymond le cuenta una
historia que ha vivido con una amante. Lo escucha pero casi sin interesarse por el relato. Por eso, cuando Raymond le pide consejo, le responde con oraciones breves y ante la propuesta de escribir la carta, responde afirmativamente de la misma forma que hubiera rechazado. Le era indiferente hacerlo o no. No le molestaba. Una vez terminada, vuelve a su departamento y escucha gemir al perro del viejo Salamano. A Meursault le daba lo mismo ser su camarada que no serlo. Total imparcialidad.
Capitulo IV: Trabajó mucho toda la semana. Fue dos veces al cine con Emmanuel. El sábado va nuevamente a la playa y pasan la noche juntos. El domingo almuerzan juntos. Sienten una discusión en la habitación de Raymond. Allí le cuenta a Maria la historia del amante del vecino. Termina interviniendo la policía. Él, debe salir de testigo, afirma que le "da lo mismo" aunque no sabia que debía decir. Cuando regresan se encuentran con Salamano que había extraviado su viejo perro. Su consuelo hacia el vecino es muy técnico, soló hace mención a la
actitud de la perrera. No es capaz de captar la soledad y el dolor de Salamano.
Capitulo V: Un día en el que recibió varias propuestas: Raymond lo invita a pasar el domingo en una cabaña en la paya de un amigo, cerca de Argel. El patrón le propone enviarlo a una oficina que instalará en Paris. Meursault expresa que le da igual. Ante la pregunta de su jefe si no le interesa un cambio de vida, responde que nunca se cambia de vida, que todas valían lo mismo… He aquí la absoluta indiferencia. Su jefe observa que jamás responde directamente que no tiene ambiciones… Por la tarde Maria le pregunta si quería casarse con ella. Nuevamente la respuesta es: "me da igual". No hay en él "si" o "no". Pareciera que nada tiene sentido, nada le importa lo suficiente como para jugarse en una decisión
personal única y responsable. Maria lo ama y se lo dice; él ciertamente no la quiere y lo dice. Para él, el matrimonio no es cosa seria. Pero si ella desea casarse él lo haría cuando ella lo disponga.Cena en lo de Celeste, una extraña mujercita se sentó a su mesa, pidió la cena y extrajo una revista radiofónica en la que marco las emisiones. Esto le llamo la atención a Meursault. Por ello al salir ella, él como no tenia nada que hacer, salio también y la siguió. Termino por perderla entonces, volvió a su casa, encuentra a Salamano desolado por la perdida de su perro. Habla con él, lo escucha, se aburre pero como no tiene nada que hacer, ni sentía sueño, se queda con su vecino. No es el afecto ni la preocupación del otro lo que lo hacen quedar con Salamano. Sólo el poder dejar pasar las horas.
Capitulo VI: Llego el domingo. Raymond, Maria y él marchan hacia la cabaña de la playa de Masson. Al salir, enfrente había un
grupo de árabes, entre ellos estaba el hermano de la joven a la que Raymond golpeo. Sin embargo, no les dieron importancia. Siguieron su camino. Se bañan, almuerzan y luego los tres hombres salen a caminar. Se cruzan con dos árabes, que vienen tras Raymond a vengar la paliza que le dio a su amante. Raymond es herido. Lo llevan a un medico. Nuevamente vuelve a salir con Meursault y se encuentra otra vez con los árabes Raymond saca un arma pero no la dispara. Meursault se la pide. Regresan, pero él no quiere encontrarse con las mujeres y decide seguir caminando. El sol le molestaba, el calor lo sofocaba. Encuentra al árabe que hirió a Raymond, le muestra su cuchillo y él dispara. Meursault comprende que destruyó el equilibrio del día. Por primera vez un domingo fue diferente para él. Había sido feliz. Disparo cuatro veces más sobre el cuerpo y reconoce que así llama a la puerta de la desgracia.
3. Segunda Parte
Capitulo I:Es llevado a un juez de instrucción e interrogado. No había escogido abogado, le envían uno. El abogado decide ayudarlo, pero Meursault, absolutamente sincero le afirma que perdió la costumbre de interrogarse, de reflexionar. Todo porque su abogado le pregunto si sintió dolor el día del entierro de su madre. Los instructores saben de las muestras de insensibilidad de ese día y harán hincapié en ello el día del juicio. El abogado no logró convencerlo de decir que ese día había reprimido sus sentimientos naturales. Al poco tiempo, compadece nuevamente ante el juez. El juez buscaba el arrepentimiento de él, pero ni siquiera ante el crucifijo, se conmovió. Afirma no creer y más que culpable o arrepentido se confiesa aburrido.Las visitas del juez continuaron, pero él no le prestaba atención, estaba cansado de contar siempre lo mismo.
Capitulo II: Maria lo visita por primera y única vez ya que se lo prohibían por no ser su
mujer. Allí comienza a sentir que esta prisionero.Aquí describe las sensaciones que siente en la prisión: la falta de una mujer, la prohibición de fumar, la falta de libertad. Reflexiona sobre el paso del tiempo estando encerrado. Por primera vez, algo parece importarle. Es el castigo, pero, confiesa no sentirse desgraciado. El único problema era matar el tiempo y para ello comenzó a recordar. Así terminó por no aburrirse.Confiesa que con las horas de sueño, los recuerdos, la lectura de una historia seca y la alternancia de la luz y la sombra discurrió el tiempo. Habían pasado cinco meses.
Capitulo III: Comienza su juicio. El abogado le informa que no es el más importante porque hay otro caso:
homicidio. Este último concentró la atención de los periodistas, por ello hay mucha gente. Al entrar al juzgado le da la sensación de estar en un club. Todos se conocen, se saludan; él se siente un intruso, pero está tranquilo. Hasta que escucha los nombres de los testigos: el director y el conserje del asilo, Raymond, Massou, Salamano, Maria. Comienza a ser interrogado por el fiscal que hace hincapié en el tema de la madre, porque la llevó al asilo… Luego se les toma testimonio al director y al conserje del asilo. Ambos hablaron de su negación a ver el cuerpo, que no lloró, que se fue inmediatamente después del entierro sin recogerse ante su tumba, ni siquiera sabía la edad de su madre. El fiscal ante estas respuestas experimento una sensación de triunfo. Meursault se da cuenta que las cosas no van resultando a su favor porque no soló se lo juzga por su crimen sino también por no haber sido un buen hijo. Maria, Massou, Raymond, testimoniaron destacando sus cualidades, pero el fiscal se mantuvo en la misma línea: desacreditarlo.
Capitulo IV: Continúa el Juicio. El protagonista siente que se habla más de él que de su crimen. Se realizan los alegatos del fiscal y el abogado defensor. El fiscal insiste en que jamás lamentó haber asesinado al árabe. Meursault piensa que él jamás lamentó nada verdaderamente. Cuando el presidente del tribunal le pregunta si desea decir algo, expresa que no tuvo intención de matar al árabe, que todo fue por causa del sol. Todos rieron en la sala. El alegato del abogado defensor fue menos efusivo. El tribunal se retira de la sala. Delibera. Regresa y se da la sentencia: culpable de asesinato. Sería decapitado en una plaza pública y en nombre del pueblo francés.
Capitulo V: Por tercera vez se niega a recibir al capellán, no tiene deseos de hablar. Tan solo piensa en las posibilidades que se le presentan para volver a la libertad, pero se focaliza sobre todo en dos cosas: el alba y su petición de indulto. Paso sus noches esperando esa alba en la que lo ejecutarían. Cuando el amanecer pasaba y seguía vivo, reflexionaba sobre el indulto. Deseaba obtenerlo pero también se imaginaba que la petición era rechazada y todo volvía a comenzar. Finalmente el capellán entra en su celda e intenta explicarle porque necesita el consuelo de Dios. Él, sigue firme en su incredulidad y sostiene que todos estamos condenados a
muerte, por lo que ese consuelo no tiene sentido, llega a molestarse mucho y a tomar al sacerdote por el cuello. Intervienen los guardias. El capellán lloró por él. Meursault recuperó la calma cuando éste se fue. Agotado, se dejo dormir. En el límite de la noche, las sirenas sonaron. Anunciaban su ejecución. Por primera vez, pensó en su mamá y se abrió "a la tierra indiferencia del mundo". Deseaba la presencia de muchos espectadores que lo acogieran con gritos de odio.
4. Conclusión
Queda claro que a todos siempre les llamó la atención la conducta, el proceder de Meursault. A su jefe cuando le ofrece trasladarlo a Paris y no se alegra. A Maria el hecho de que al día siguiente al entierro de su madre, vaya a bañarse, la invite al cine… Al director y al conserje que no llore no quiera ver el cuerpo de su madre… Todas actitudes que denotan indiferencia, insensibilidad, desamor.Meursault es el fin reflejo del aburrimiento, la decidía, el absurdo. Todo su proceder es casi inhumano. Parece aceptar la vida, el devenir como algo automático. La cotidianidad lo va socavando en su humanidad, en su dignidad. Su descreimiento, su falta de arrepentimiento, la carencia de valores todo en él, es un despropósito. El fiscal exploto al máximo sus errores para obtener la condena.Más que el crimen, su propia vida fue la razón de su ejecución.
http://www.monografias.com/trabajos10/extra/extra.shtml

09 febrero 2005

Lo ultimo que leí: Fundación de Isaac Asimov

Guiado por una fama que le precedia, en mi opinión de forma infundada, me dio por leer la Trilogía de las Fundaciónes de Isaac Asimov. Está compuesta por tres volumenes (algo que era de esperar en una trilogía): Fundación, Fundación e Imperio y Segunda Fundación.
La verdad es que sólo pude con el primero. Me pasó como con el Señor de los Anillos, que una vez que vi lo que era el Hobbit decidí dejar los otros dos para otra vida.
El argumento nos lo resume Alberto Chimal de la siguiente forma
"En 1951, mientras la paranoia anticomunista crecía en América y Europa, Fundación apareció en las librerías de los Estados Unidos. Era un volumen con cinco cuentos, cuatro de ellos publicados cerca de diez años antes en la revista ASTOUNDING SCIENCE FICTION de John W. Campbell, y uno más, inédito, que servía para dar a la colección su telón de fondo: un futuro remoto en el que la humanidad ha poblado la galaxia y es gobernada por un Imperio en apariencia fuerte, pero que se desmorona poco a poco, víctima de conflictos internos, de su tamaño descomunal y, particularmente, de la decadencia de su tecnología: muchos mundos han vuelto al carbón y al petróleo por no ser capaces de reparar sus viejos reactores atómicos, y las ciencias físicas han sido abandonadas en casi todas partes. Poco antes de su muerte, el viejo psicohistoriador Hari Seldon, pionero de su disciplina (que es capaz de predecir, con ayuda de matemáticas muy avanzadas, el comportamiento de grandes poblaciones humanas), anuncia que el Imperio no sobrevivirá más que unos pocos siglos más y que a su desintegración seguirá un periodo de barbarie, una Edad Media a escala cósmica, cuyo final es tan remoto que no puede verse. Pero Seldon se propone evitar la catástrofe, y para ello formula un plan curioso que conocemos en el segundo cuento: con fondos del Imperio, acondiciona el planeta más remoto de la galaxia (bien llamado Terminus) y establece en él a la Fundación, una empresa cuyo propósito ostensible es compilar todo el conocimiento humano en una obra definitiva: la Enciclopedia Galáctica. Los últimos científicos, técnicos e intelectuales de la galaxia se trasladan a Terminus, un mundo sin mayores recursos ni atractivo, para llevar a cabo el trabajo, y los primeros párrafos del cuento pintan a la Fundación como una gigantesca dependiencia gubernamental: pequeños juegos de poder, conflictos con administradores y autoridades civiles, etcétera. Pero poco después, las provincias alrededor de Terminus se separan del Imperio y se convierten en reinos, ansiosos de expandirse a costa de los enciclopedistas. El Imperio les da la espalda, y la situación es desesperada cuando un mensaje de Hari Seldon, colocado en una especie de cápsula del tiempo, revela que los trabajos de la Enciclopedia sólo sirvieron para ocultar el verdadero propósito de la Fundación: es imposible evitar que el Imperio caiga, dice Seldon, pero la población de Terminus está allí para reducir el interregno de barbarie que seguirá a la caída, de modo que sólo dure mil años, y para convertirse en el núcleo de un Segundo Imperio, mejor y más poderoso. Sin más recursos que su ciencia y tecnología, aislada del Imperio moribundo por los crecientes reinos bárbaros, condenada a desaparecer a menos que se defienda, la Fundación no tiene sino un camino: convertirse en una nación, competir por el dominio de la galaxia, y durante el próximo milenio será siempre así: mediante la psicohistoria, Seldon ha previsto todas las crisis a las que Terminus habrá de enfrentarse, y ha arreglado las cosas de tal modo que, en los momentos de peligro, la mejor solución sea la única posible."
En resumen, no llega a la fama que le precedía y es perfectamente prescindible.

06 febrero 2005

Cine o Sardina de Guillermo Cabrera Infante

"...El homenaje que yo quisiera hacerle ahora se lo hizo la noche del estreno de Sunset Boulevard en Hollywood otra gran actriz, Barbara Stanwyck. La perversa heroina de una anterior película de Wilder, Pacto de Sangre, vio a Gloria Swanson en la acera, pequeña y atolondrada por tanta celebración súbita y sin decir nada, se acercó a ella, se arrodilló delante, cogió la falda de lamé entre sus dedos y besó la bata en silencio. Cuando Barbara Stanwyck se levantó vió, llorando, que Gloria Swanson lloraba. Se abrazaron y luego la Stanwyck se fue sin decir nada. Gloria Swanson se quedó en la acera, muda. Ahora comprendo por qué ella decía que antes (en el cine silente) fue grande. Hollywood, es evidente, era un gigante que empequeñeció al perderla"

Apuntes del balón de Jorge Alberto Valdano

"Rocco, mítico entrenador del Milan, sabía resolver con humor los ataques de ansiedad de su equipo. En la final de la Copa de Europa del 69, frente al Ajax en el Bernabeu, se mascaba la tensión en el autobús. Al llegar al estadio, Rocco se levantó y dijo: ' El que tenga miedo que se quede sentado, los demás bajen rápidamente´. Todos salieron como una bala hacia el vestuario, hasta que repararon en una ausencia. Volvieron al autobús y ahí estaba Rocco, sentado y muy serio. El equipo entero, muerto de risa, lo animó a bajarse. El ambiente ya se habia aireado [...]
Hay jugadores que cuando visitan el Bernabeu sólo les falta pedirle un autógrafo a Raúl a la salida de un corner. Hacen mal. Cuando el Sevilla de Bilardo jugó contra el Tenerife, Redondo le gritaba a sus compañeros, con calculada indiferencia, que marcaran al 10, como si no supiera que el '10' se llamaba Diego Armando Maradona. Los jugadores con personalidad respetan a las celebridades, pero cuando termina el partido. Dentro del campo al adversario hay que tratarlo con un gesto de desprecio para que no se agrande."

03 febrero 2005

Libros recomendados (2): Juegos de la edad tardía

Lo leí hace mucho tiempo y me dejó un buen sabor de boca. Apenas recuerdo del libro trozos sueltos (la transformación del insignificante Gil Gil Gil en Dacio Gil Monroy) y el fino sentido del humor de la obra. Una obra humorística y con tonos crueles.
Realidad y ficción en Juegos de la edad tardía, de Luis Landero
Antonio Ubach MedinaUniversidad Complutense


1. La construcción del narrador.
Luis Landero, nacido en un pueblo de Badajoz (Alburquerque) en 1948, publica su primera novela cuando ya ha alcanzado una cierta madurez. Él mismo ha declarado en numerosas ocasiones que no fue su primera experiencia como escritor, y también que el proceso de elaboración de la obra fue largo y complicado.
En las Jornadas de novela actual, celebradas en la Facultad de Ciencias de la Información en 1990, y también en otros lugares1, ha señalado que una parte importante de su aprendizaje como receptor de historias y como narrador de las mismas se la debe a la tradición oral, personificada concretamente por su abuela, a la que reconoce como maestra en el género. Su novela, por tanto, es deudora de esa oralidad que sabe despertar el interés y mantener la atención del oyente utilizando todos los recursos de la narración.
Juegos de la edad tardía aparece en 19892, cuando en el panorama de la narrativa española se ha producido una diversificación considerable, a partir del final de la novela experimental que suponen la Saga/fuga de J.B (1972), de Torrente Ballester, y La verdad sobre el caso Savolta (1975), de Eduardo Mendoza, con respecto a situaciones anteriores, en las que predominaba una tendencia mayoritaria, cuando no exclusiva. El escritor, por tanto, ya no tiene que aceptar o rechazar un modelo narrativo, sino que puede incorporar elementos diversos en las nuevas obras que van apareciendo.
En una entrevista de 1994 (Prieto, 1994: 9) el autor confesaba su inicial interés por las novelas policíacas:
Quizá pueda pensarse que no es un buen aprendizaje literario, pero ese tipo de novela te enseña mucho, sobre todo a cierta edad. Te enseña a construir una historia, por ejemplo, y a crear ambientes. Son malas novelas, de acuerdo. Pero las malas a veces están bien hechas, del mismo modo que puede haber una buenísima novela mal hecha. Y yo creo que fue allí donde aprendí a contemplar panorámicamente una historia, cómo se manejan el espacio y el tiempo.
Otro descubrimiento importante y temprano fue el del Quijote, que siempre ha considerado un libro divertido, y también el inicio de la modernidad en el sentido de que realidad y literatura son las dos caras de una misma moneda, ya que ambos elementos conforman la idea del mundo del hombre actual, igual que sucede en el caso del personaje de Cervantes. Es a través de los héroes de ficción, dice Landero, y por tanto desde hace un siglo también de los del cine, como el hombre se relaciona con su entorno, hasta el punto de que la literatura se convierte en una parte más de la experiencia vital del individuo.
De ese "universo de papel", como él lo denomina, es de donde parte el escritor a la hora de ponerse a redactar su obra, y de donde en este caso también parte el protagonista de la novela. Pero eso no supone salirse del universo de lo real, puesto que allí, en las obras literarias, también está el mundo tal y como lo conocemos, no solo el del pasado sino también el del presente. Por ello el siguiente comentario a propósito del realismo como movimiento literario, que explica cómo está presente en sus obras:
Diríase que el arte, cuando lo es de verdad, siempre da cuenta de la realidad, pero de esto a veces nos enteramos muchos años después. Quizá porque la verdad, en arte, se expresa siempre a través de caminos insólitos. Y no es solo la verdad objetiva en aquel sentido en que Balzac decía que la novela es la historia privada de las naciones, sino también esas otras verdades que nacen de lo más secreto y profundo de nuestro corazón, y que reafirman el viejo afán del hombre de igualar el sueño, de decir lo indecible (Landero, 1994: 30-31).
La necesidad de aprehender en el lenguaje esos elementos de la realidad que son las emociones, los sentimientos y nuestro propio mundo reconstruido a través del recuerdo son parte del juego y tensión constantes que el escritor mantiene con las palabras para, explotando todos sus significados denotativos y connotativos, conseguir llegar a "decir lo indecible".
2. La construcción del relato.
En su intervención en las Jornadas mencionadas más arriba, Landero comentó que en un principio había redactado dos versiones de la novela en primera persona: "Al final me decidí a contarla en tercera pero retrospectivamente, lo cual encubre una primera persona porque lo que el autor cuenta es lo que el personaje recuerda. El autor le cede la voz, pero es el personaje el que sabe, el que recuerda, el que piensa con una voz prestada". Se trata, pues, de un narrador aparentemente de tipo tradicional en tercera persona, pero que narra la historia desde el punto de vista del personaje, es decir, es la experiencia de éste la que se va a transmitir al lector.
Así, por ejemplo, en la mañana en que comienza la novela se describe de este modo una de las habitaciones de la casa a la que se asoma Gregorio:
Enseguida, espoleado por el temor a la cobardía, salió a la puerta y miró la sala en penumbra. Sobre el organillo se amontonaba su indumentaria de impostor, y en un sillón había una caja de zapatos y seis libros iguales, abandonados a un orden de naipes perdedores. Junto a la ventana, en una silla que guardaba la ausencia de su dueña, distinguió la caja de los hilos y las agujas de tejer. Las cosas de siempre parecían envueltas en un aire hostil de novedad (Landero, 1989: 17).
Este tipo de narrador se manifiesta en las frases subrayadas. Estas reflejan apreciaciones subjetivas que solo pueden deberse al personaje. Es lo que Dolezel denomina forma de 3ª persona subjetivizada, que caracteriza "como un modo narrativo que presenta los rasgos formales de la narración en 3ª persona, pero con los rasgos semánticos del discurso de los personajes". Y sigue más adelante:
Los mundos formados por estos hechos no son los mundos absolutamente auténticos del narrador anónimo en 3ª persona, ya que están impregnados por las actitudes de los agentes. Tampoco son los mundos de creencias de los agentes, puesto que están autentificados por el discurso de la forma en 3ª persona. Representan una forma de transición entre el mundo absolutamente auténtico de los hechos narrativos y los mundos de creencias de los agentes, absolutamente no-auténticos (Dolezel, 1980: 109).
La autenticidad de las afirmaciones del narrador, que se deriva de su papel de constructor del mundo ficcional, se transmite de este modo a las del personaje. De ese modo se difumina el límite entre ambos tipos de discurso, algo que se repite a lo largo de toda la novela. El "temor a la cobardía" y el "aire hostil de novedad" son reflejo de las sensaciones y reflexiones de Gregorio esa mañana, de su inquietud ante la decisión que ha de tomar y del extrañamiento que esa decisión ha producido ya en relación a los elementos de su vida cotidiana. Los libros están "abandonados" con "un orden de naipes perdedores" puesto que han sido un elemento clave en la construcción que él ha llevado a cabo de Faroni, y los últimos acontecimientos, los que motivan su marcha, han destruido la posibilidad de continuar con ello. Esa "silla que guarda la ausencia de su dueña" es un reflejo de la monotonía y falta de aliciente en los últimos años de su vida, pues en ella están los instrumentos con los que su mujer ha consumido el tiempo de ambos en la monótona tarea de las labores de punto.
La novela comienza con una frase que hace referencia a un día concreto que sitúa parcialmente la acción: "La mañana del 4 de octubre Gregorio Olías se levantó más temprano de lo habitual" (Landero, 1989: 15). Aún está en el duermevela, y mezclados con los sueños oye ruidos externos: unos tambores, "un rumor en desbandada"; y por fin "Recordó entonces que aquel día, 4 de octubre, pasaba el General por la ciudad". En ese día se celebra la fiesta de San Francisco de Asís, onomástica de Franco, que se conmemoraba de forma especial durante su régimen. Se cita la fecha, pero no el año; se habla del general, con mayúscula, pero no hay un nombre concreto. Sin embargo, esas referencias están dirigidas al público que va a leer la obra, y que comparte con el autor un contexto histórico determinado que le permite fácilmente rellenar esos huecos de información con una experiencia que sabe común con el autor.
De ese modo se establecen las coordenadas de la historia narrada, como marco de referencia en función del cual hay que entender lo que sucede, de acuerdo con los elementos connotativos y denotativos que surgen y que comparten narrador y lector. Estos marcos de referencia, que orientan la creación de sentido, son, de acuerdo con la definición de Fillmore (1982: 111), "cualquier sistema de conceptos relacionados entre sí de tal modo que para entender uno de ellos hay que entender la estructura completa en la que se inserta; cuando uno de los elementos de una estructura de este tipo se introduce en un texto, o en una conversación, todos los demás pasan a estar disponibles de modo automático"3.
La activación de ese marco de referencia por medio de la alusión al día y al general hace innecesario la localización espacio temporal explícita de lo narrado, pero de todos modos el marco de referencia externo a la ficción está presente. Por tanto, desde el principio se establece claramente un cronotopo determinado, de acuerdo con la definición de ese término dada por Bajtin (1975: 237-238):
En el cronotopo artístico literario tiene lugar la unión de los elementos espaciales y temporales en un todo inteligible y concreto. El tiempo se condensa aquí, se comprime, se convierte en visible desde el punto de vista artístico; y el espacio, a su vez, se intensifica, penetra en el movimiento del tiempo, del argumento, de la historia.
Todo ello permite al lector situar la acción en el período de la dictadura franquista, en una ciudad de la que tampoco se da el nombre, pero que bien podría tratarse de Madrid. Los años y el lugar exactos no son importantes, es más, esa indefinición hace que la historia cobre un valor generalizador en la descripción del ambiente de una época.
La mención de esa fecha (4 de octubre) se repite al comienzo de los capítulos I, III, V, y VI, puesto que es clave dentro de la ficción: es el día en que la llegada de Gil a la ciudad marcará un cambio radical en la vida de Gregorio. Eso provoca las diversas analepsis que van a reconstruir el pasado del protagonista (primera y segunda parte) y explican cómo ha llegado a la situación en la que se encuentra (que se desarrolla en la tercera).
La reconstrucción del pasado de Gregorio se hace a través de sus recuerdos. Mientras se despierta, baja las escaleras de su casa y contempla el paso del General. Gregorio tiene 46 años ("Un tiempo de cuarenta y seis años le corrió como una araña por la piel", p. 16), y por ello la alusión a la edad tardía del título.
El narrador sitúa la infancia del personaje en un período concreto, la posguerra española, como reflejan la pobreza de su vida en el campo y posteriormente la que lleva en la ciudad con su tío. Esa recapitulación es necesaria para el personaje en un momento de crisis crucial de su vida, pero también viene impuesta por una decisión del autor:
De todos modos, es necesario insistir de nuevo aquí en la significación de la decisión de Landero de integrar también en el relato la estrategia del Lazarillo y tomar la historia de Gregorio desde su niñez. El anónimo autor renacentista hace que su personaje cuente las miserias y desgracias que ha pasado en su vida para que, así, se pueda comprender la actitud consentidora de Lázaro ante "el caso" de la relación de su mujer con un párroco de Toledo. El autor actual, en actitud paralela, trata también de presentar la vida entera de su personaje (Martinón, 1994: 223).
Esa reconstrucción del pasado del personaje a través del recuerdo va desvelando las diversas etapas de la formación de su personalidad. Así, por ejemplo, el lector descubre cómo su imagen del mundo se forma a través de la educación que su tío Félix pretende impartirle con tres libros, la enciclopedia, el atlas y el diccionario, que le había entregado un misterioso personaje4.
La revisión de su pasado, tanto el cercano como el más lejano, retrata a un ser que ha vivido encerrado, primero en el quiosco, desde donde vive su primer amor y hace su primer amigo, Elicio, quien le sugiere el pseudónimo de Faroni, y luego en su casa familiar y su trabajo. Sus intentos de salir de ese microcosmos, de ese ámbito que puede resultar agobiante pero que lo protege del mundo, se reducen a escapadas más o menos fantásticas sin ninguna proyección en la realidad. Así, su amor por Alicia le consume sin que ella llegue a enterarse:
No era valiente pero tampoco se resignaba a ser cobarde, así que pedía que aquel parapeto de humo y letra impresa no resultase ni demasiado frágil ni demasiado seguro: que fuese al mismo tiempo una defensa y un acceso (Landero, 1989: 40).
Tiene miedo a ese mundo que está más allá de lo que puede controlar ("No era valiente"), pero no acepta sus propios defectos ("tampoco se resignaba a ser cobarde"). La forma que halla Gregorio de conjugar ambos sentimientos es a través del "universo de papel", que se convierte en "defensa" pues le permite no verse afectado por el mundo exterior, pero es a la vez "acceso" pues también le permite vivir vicariamente la vida de amores y aventuras que le convierte en un ser digno.
Gregorio no carece del afán, esa característica de la familia que en su infancia le explicó su abuelo en qué consistía:
- ¿Qué es el afán, abuelo?
- El afán es el deseo de ser un gran hombre y de hacer grandes cosas, y la pena y la gloria que todo eso produce. Eso es el afán (Landero, 1989: 48).
Por ello elabora el proyecto de hacerse ingeniero para marchar a trabajar a países exóticos, y comienza a aprender inglés para esa nueva vida. Pero en la academia nocturna, donde acude después de las jornadas de trabajo, conoce a la que se convierte en su mujer, alguien completamente ajeno a ese primer amor juvenil por Alicia. Hija de un militar que ha muerto hace años, Angelina vive con su madre una vida monótona a la que se incorpora Gregorio, uniendo su rutina a la de ellas tras un convencional noviazgo:
«Sois tan jóvenes, tan locos, tan atolondrados», había dicho la madre, con cara de Virgen Traspasada, cuando supo de sus relaciones. Y luego se sucedieron años difusos, tan amontonados en el recuerdo por la monotonía, tan maltratados por el olvido que solo consiguió rememorarse [...] viendo pasar las nubes y descubriendo en ellas sus mensajes secretos (Landero, 1989: 79).
El tiempo ha transcurrido sin dejar huella pues el "afán" no ha pasado de ser un proyecto incumplido, y en la "edad tardía" no hay nada que justifique una existencia que se vaticinaba a sí mismo llena de sentido, transformada por un matrimonio5 y un trabajo en los que todo está previsto.
Gregorio comienza a trabajar en Requena y Belson, una empresa que comercializa vinos y aceitunas desde hace doscientos años sin haber alterado jamás sus métodos, tras una peculiar entrevista. Su rutinaria labor solo se ve interrumpida cuando, a los seis años de estar despachando correspondencia comercial y muestras sin ver nunca a ningún otro empleado, comienza a recibir llamadas de Gil, representante de Requena y Belson. Empieza a establecerse una relación entre ambos que resucita una parte de su vida pasada:
Apenas sonaba el teléfono, se recostaba en el sillón, encendía un cigarrillo y cruzaba las piernas: «Olías al habla», y aprovechaba la presentación para expulsar artísticamente el humo, como sus viejos héroes policíacos (Landero, 1989: 88).
Esos héroes son los de las novelas del quiosco de su tío, que él devoraba cuando se hizo cargo del negocio. A partir de este momento, los antiguos sueños, sus deseos de ser poeta, toda la vida imaginada pero nunca llevada a la práctica vuelven a resucitar poco a poco en las conversaciones con Gil, que le obliga casi, para que no destroce esa idea que se ha hecho del mundo urbano que añora y del que se siente desterrado, a ir construyéndose una existencia que en realidad es la que Gregorio cree que le hubiera gustado llevar, formada por todas sus fantasías y aspiraciones nunca cumplidas. Así ocurre, por ejemplo, cuando Gil le pregunta si ha viajado en avión:
- [...] Esto, usted, si me permite, ¿ha montado en avión?
Y antes de dar tiempo a la respuesta, añadió, «seguro que sí», y antes de que Gregorio pudiese rectificar, dijo: «¿Lo ve? Lo sabía. Y ¿cómo es?»
-¿Cómo es qué?
-El avión. ¿Da miedo?
-No, no se nota nada -dijo Gregorio, sin atreverse a contradecir a Gil (Landero, 1989: 104).
Durante su larga relación telefónica, Gregorio se va construyendo una imagen que sabe que no es real, pero que no le importaría que lo hubiera sido. "El proceso de construcción de la figura de Faroni responde a un esquema no solo dualístico sino también dialéctico en el que tienen igual importancia el carácter y la historia previa tanto de Gil como de Gregorio" (Martinón, 1994: 214). Gregorio regresa a las ilusiones de su juventud, al afán, cuando ya se había acomodado en una vida sin aliciente, por medio de la relación con Gil.
A veces tiene remordimientos de conciencia, e incluso se llega a plantear en algún momento la posibilidad de confesar a Gil toda la verdad sobre su existencia, pero en el fondo esa vida de poeta, activista clandestino y conquistador audaz de Faroni, el nombre con el que Gregorio asume todas esas actividades, es una de las posibles que podría haber llevado:
Otro ángulo desde el cual se puede comprobar la desaparición del héroe es mediante un análisis de la desintegración o de la pérdida del yo [...] Bergson rectifica el pensamiento de Sheley y Carlyle afirmando que resulta imposible pensar en un "yo" que tenga una única identidad. Según él, esto solo ocurre en el razonamiento lógico pero no se da como un hecho, en la práctica (Encinar, 1990: 37).
La vida real de Gregorio refleja perfectamente la de una época en la que las aspiraciones de alguien como él, y las del país en general, se nutren de una monotonía asfixiante de la que solo se puede escapar por medio de la imaginación. Es gracias a Gil, otro ser que también sufre el aislamiento, la incomunicación y la frustración de todas sus aspiraciones, como Gregorio consigue poner en práctica, al menos hasta cierto punto, su apariencia de hombre decidido y arriesgado que lucha por un mundo mejor desde el incógnito de una oscura oficina en la capital. Y sin darse cuenta lo imaginado empieza a mezclarse con lo real:
Se dijo que en todas aquellas figuraciones había un innegable fondo de verdad. Y empezó a enumerar: él era Gregorio Olías, pero algunos vecinos lo conocían por Faroni; había cantado la habanera y lo habían aplaudido; había visitado el café, aunque no fuese en horas de tertulia; existían los poemas, y aún no era tarde para escribir otros y ser poeta de verdad, y hasta podría componer libros de ensayos, y para demostrarlo, al instante se le ocurrieron títulos magníficos: El bien y el mal, La soledad esencial, y novelas como Los temores de Octavio o La muerte en cada esquina, y por supuesto sus memorias, que esto era algo que convenía dejar para viejo, y vio que todo era posible con solo ponerse a la tarea (Landero, 1989: 163).
Ese proceso de construcción de Faroni va sumando etapas a través de la palabra: primero en las conversaciones con Gil; después por medio del poder evocador y creador del logos, que se plasma en los posibles títulos de sus obras no escritas; más tarde en la adecuación de su personalidad, su aspecto, su vestimenta, a las características del personaje, que acaba traspasando las fronteras de la ficción para convertirse en alguien real en el mundo de ficción: "La escritura d Olías va así plasmándose en su propio cuerpo, que cubierto por el significante "Faroni" se convierte en un texto de sentido doble" (García, 1995: 107).
La aspiración de Gil de llegar a vivir el mundo que le describe Gregorio y le ayuda a sobrevivir en su destierro, como él lo denomina en alguna ocasión, lleva al primero a acudir a la ciudad, y desencadena la irrupción de lo imaginario en la vida real.
Oscuramente [Gregorio] supo que el temor había previsto aquel desenlace. No sintió vértigo ni asombro. No miró afuera ni encendió un cigarrillo. No se concedió un solo instante de pánico o duda. Al contrario: una suerte de lúcida fatalidad lo dispuso a la acción (Landero, 1989: 230).
Gregorio no puede desmentir la imagen que Gil tiene de él, cosa que se produciría en el momento en que viera cuál es su auténtica realidad. Por esa razón abandona el trabajo y se va de su casa, inventando nuevas historias que justifiquen su comportamiento ante Gil y su mujer, con la esperanza de acabar obligando a éste a regresar al pueblo y de ese modo recuperar su vida cotidiana.
Lo que en un principio consistían en la adecuación de su discurso telefónico a ciertas expectativas que pertenecen al universo discursivo de Gil (remodelación y pulimento del yo escrito, creación como "juego" sin graves consecuencias) se le empieza a escapar de las manos con la presencia de Gil en la ciudad... su ejercicio escritural a partir de entonces consistirá en crear ficciones alternativas que le ayuden a escapar de la escritura unívoca e incontrolable en la que se ha transformado Faroni (García, 1995: 108).
Por primera vez Gregorio tiene la oportunidad de vivir auténticas aventuras, aunque en parte sigan siendo fruto de su imaginación, pero por primera vez no tiene ningún control sobre lo que ocurre. Así sucede cuando cree estar perseguido por la policía por haber matado a la empleada de la pensión en la que se aloja, cuando en realidad lo único que ha hecho es dejarla inconsciente.
Quien le da esta buena noticia es don Isaías, un personaje que ha estado observándolo desde su llegada a la ciudad. Fue él quien, con intención de hacer un experimento, dio a su tío los tres libros en los que se basó su primera educación, y le ha seguido la pista desde entonces. "Del mismo modo que Faroni es producto del complot argumental de Gregorio, el mismo discurrir de Olías deriva del programa que, a través del tío Félix, le trazó a aquél don Isaías" (García, 1995: 113). Gregorio ha sido objeto de un experimento en el que don Isaías ha ejercido la labor de constructor de una existencia. Tras desengañarse de su proyecto de escribir una "Guía de la Felicidad y del Destino", abandona la observación de Gregorio hasta que algo le llama la atención, coincidiendo con el inicio de la relación con Gil: "Por curiosidad, retomé mis pesquisas. Como si leyese una novela o viese una película" (354). Y obsérvese cómo en la comparación los dos elementos que aparecen están dentro del ámbito de la ficcionalidad.
La seguridad que le proporciona saber que no es un asesino motiva que Gregorio le dé una nueva versión de toda su historia, quedon Isaías no acaba de creerse, para reivindicar su autonomía. Gregorio reconoce que ha mentido, y don Isaías pregunta:
- [...] Pero, ese Gil y tú, ¿habéis conseguido ser felices?
- No lo sé. A veces. Y a veces incluso le he mentido para que sea feliz, pero que conste que en las mentiras había siempre un fondo de verdad.
- Para ser feliz, unas cuantas mentiras es un precio barato (...) Por eso, cuando afirmas que has mentido por una buena causa, debes de tener razón, porque las mentiras sirven precisamente para eso, para tener razón (Landero, 1989: 356-357).
Gregorio decide marcharse de la ciudad y regresar a donde había transcurrido su infancia. "Pensó que entonces, a espaldas ya de todo afán, cerraría el círculo de su existencia y esperaría a la vejez dentro de aquel tiempo definitivamente clausurado" (359). Después de doce días de un penoso viaje, acaba encontrando a Gil cuando ve sobre la puerta de una casa un cartel que anuncia el Círculo Cultural Faroni y entra asombrado. Tras ponerse al día de los últimos avatares de sus respectivas peripecias, mezclando de nuevo Gregorio realidad y ficción, el narrador los deja dispuestos a iniciar juntos una nueva vida en aquel lugar apartado, dedicándose a cultivar la memoria de Faroni.
Realidad y ficción, dentro del mundo de la novela, se mezclan a lo largo de la obra en torno a los dos personajes, Gregorio y Gil, que viven la historia de modo paralelo pero, en el fondo, similar. Gregorio, cuyo sentido familiar del "afán" permanece adormecido durante un largo período de tiempo ("Te sentaste a descansar para siempre en la primera sombra del camino", le dice don Isaías), se despierta al entablar relación con Gil, en parte por piedad, en parte porque le ofrece la oportunidad de vivir sin peligro, ya que no son reales, todas esas aventuras que en su imaginación ansía. La reaparición de su amigo de la adolescencia, que sí ha llevado una vida similar a la que soñaban, acelera el proceso iniciado por Gil: "El malestar que descubrió tras el encuentro con Elicio se le había convertido en un peso oprimente" (Landero, 1989: 99). Sin embargo, cuando esa vidaaventurera comienza a tomar visos de realidad, Gregorio acaba huyendo al territorio de su infancia, donde busca un refugio que lo proteja de las desventuras que el mundo real puede ocasionar. Regresa al campo con la idea de cultivar la tierra, otro motivo que se había repetido en muchas de sus conversaciones con Angelina, su mujer, y allá encuentra a Gil, con el que se dispone a refugiarse lejos del mundanal ruido pero manteniendo su fama de aventurero ante el otro personaje. Solo allí puede recuperar, en parte, su identidad de Gregorio Olías ante Gil, aunque sea como biógrafo de Faroni.
Ninguna de las dos historias, ni la que aparece en el plano de la realidad ni la que pertenece claramente al de la fantasía, son inverosímiles. El oficinista con una vida convencional hasta la náusea y el intelectual de obra desconocida y opositor al régimen son personajes fácilmente identificables con una época de la historia española. La sociedad en la que se mueven Gregorio y Gil, uno en la ciudad y el otro en una zona rural, pertenecen claramente a ese período. La confesión a su mujer por parte del primero de su pertenencia al partido, que identifica inmediatamente con el Partido Comunista ante el horror de ésta, para justificar su marcha de casa tras la llegada de Gil, habla de un momento en el que las actividades políticas sólo podían tener un único sentido en determinadas circunstancias.
Gregorio, protagonista y héroe, huye ante la adversidad, y sin embargo Gil se ofrece al sacrificio para mantener la llama del progreso y el cambio, a pesar de todas las negras perspectivas que le plantea Gregorio si no se marcha de la ciudad. En las dos partes de la historia, la fantástica y la real, está presente esa época concreta de la historia española que el autor ha vivido como adulto. Esta experiencia es la que refleja en su obra, explicando a la vez la permanencia de un régimen político a pesar de los deseos de cambio de una minoría. Porque frente a las actitudes de ambos personajes principales están todos los demás, desde los que se asoman a la calle a ver pasar al General hasta los pueblerinos de los que habla Gil en sus conversaciones telefónicas, y la mujer de Gregorio y su madre. La primera, ante las quejas de Gregorio por el paso del tiempo, define así su idea de la felicidad:
- Yo he sido feliz -dijo Angelina con voz neutra-. No hemos pasado hambre ni hemos estado malos. No ha habido guerras. ¿Qué más quieres entonces? (Landero, 1989: 283).
Ese no querer nada más es lo que define a una sociedad en el fondo conformista, aunque con su imaginación a posteriori creyera desear otras cosas, y de la cual es representante Gregorio Olías, protagonista de la obra. De ese modo Landero recrea ese período, ya que, como indica Alfonso de Toro (1995: 1):
[...] las obras narrativas concretizan algunos aspectos de esta temática [recuerdo vs. olvido] en base a una percepción subjetiva de la realidad de donde se desprenden dos núcleos temáticos, aquel de la "actualización y revalorización de experiencias [...] vividas en la memoria colectiva" que compite con la historia oficial y que proviene de un espacio o paisaje determinado arraigado en la infancia y que actúa como transportador de la memoria colectiva y aquel que impide que esta se pierda en el transcurso del tiempo.
Este trabajo fue originalmente una comunicación presentada en el Congreso Las estrategias del realismo a finales del siglo XX, organizado por la Fundación Luis Goytisolo, El Puerto de Santa María, 19-21 de noviembre de 1997.


Notas
1. Por ejemplo: "Yo nací en Alburquerque, un pueblo perdido en esa región perdida que es Extremadura. Allí me aficioné a la literatura, o mejor dicho a escuchar narraciones orales, porque eran los tiempos en que las historias no las contaba la televisión sino la propia gente" (Landero, 1992: 49).
2. Landero, Luis, Juegos de la edad tardía, Barcelona, Tusquets, 1989. Las citas de la novela se hacen siguiendo esta edición e indicando la página entre paréntesis.
3. "... any system of concepts related in such a way that to understand any one of them you have to understand the whole structure in which it fits; when one of the things in such a structure is introduced into a text, or into a conversation, all of the others are automatically made available". La traducción es mía.
4. La descripción que hace el tío de Gregorio es como sigue: "Yo estaba aquí cenando (me acuerdo muy bien, bacalao con tomate) cuando llegó un hombre de muy mediana edad con una capa negra y unos guantes que se quitó con mucha parsimonia. Era fuerte, con buen dominio del porte. Tenía un cicatriz en la frente, como un ciempiés, y le temblaban un poco las manos. De todas formas, ya no recuerdo bien su aspecto, aunque podría darte mil detalles de su fisonomía (...) Así que agarró el lote, se arrebujó en la capa con un movimiento que parecía que iba a desaparecer bajo tierra, se puso los guantes sin ninguna prisa, dio una cabezada de artista y no volví a verlo nunca más. ¿Qué te parece lo que ocurrió? ¿No es cosa del diablo?" (pp. 23-25).
5. "Ya hemos señalado que la figura de Angelina funciona a lo largo de toda la novela en antítesis muy marcada frente a Gregorio [...] ella sostiene siempre una actitud de aceptación de la realidad y no cesa de juzgar a Gregorio un loco o un holgazán. Sí conviene precisar que Landero no se muestra neutral ante los miembros del esquema dual que contrapone a Gregorio y Angelina. En efecto, si bien parece evidente que el autor trata con mirada ambigua a Gregorio, sin embargo a Angelina la presenta de modo sistemáticamente degradante" (Martinón, 1994: 221-222).
Bibliografía:
* Bajtin, Mijail (1975), Teoría y estética de la novela, Madrid, Taurus, 1991.
* Dolezel, Lubomir (1980), "Verdad y autenticidad en la narrativa", en Teorías de la ficción literaria, ed. Antonio Garrido Domínguez, Madrid, Arco/Libros, 1997.
* Encinar, Mª Ángeles (1990), Novela española actual: la desaparición del héroe, Madrid, Pliegos, D.L.
* Fillmore, Charles J. (1982). "Frame semantics" en Linguistics in the Morning Calm, The linguistic Society of Korea (ed.), Seoul, Hanshin Publishing Co.
* García, José (1995), "Juegos de la edad tardía, apoteosis del discurso literario", en Anales de la literatura española contemporánea, 20, pp. 101-125.
* Landero, Luis (1994), El oficio de escritor, Madrid, Asociación de Profesores de Español.
* Landero, Luis (1992), "El oficio de escritor", en Barcarola, 39, pp. 47-55.
* Landero, Luis (1989), Juegos de la edad tardía, Barcelona, Tusquets.
* Martinón, Miguel (1994), "La estética neobarroca en Juegos de la edad tardía, de Luis Landero", en Revista de Filología de la Universidad de La Laguna, 13, pp. 209-232.
* Prieto Palomo, Isabel (1994), "hablando con Luis Landero", en Pasos, 1, p. 9.
* Toro, Alfonso de e Ingenschay, Dieter (1995), La novela española actual: autores y tendencias, Kassel, Reichenberger.

© Antonio Ubach Medina 2001Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid
El URL de este documento es http://www.ucm.es/info/especulo/numero16/landero.html

30 enero 2005

Libros recomendados (1): Sostiene Pereira

Un libro relativamente actual ya que fue publicado en 1997. Su autor, el italiano Antonio Tabucchi es un magnífico escritor residente en Portugal, lugar donde transcurre la trama de esta novela. Con gran maestría Tabucchi nos cuenta la historia de Pereira, un viejo y sensible periodista en la Lisboa de 1938, en plena dictadura de Salazar.
"Sostiene Pereira que le conoció un día de verano. Una magnífica jornada veraniega, soleada y aireada, y Lisboa resplandecía. Parece que Pereira se hallaba en la redacción, sin saber qué hacer, el director estaba de vacaciones, él se encontraba en el aprieto de organizar la página cultural, porque el Lisboa contaba ya con una página cultural, y se la habían encomendado a él."
Así comienza esta historia. Un comienzo muy prometedor. He de reconocer que tengo cierto instinto para saber si me gustará una novela una vez leido el parrafo inicial. Y a fe que en esta acerté de pleno. De vez en cuando me equivoco como en El hombre sin atributos de Robert Musil, pero ya se sabe uno no es infalible.

"Esta novela, nos cuenta la historia de Pereira, periodista responsable de la sección cultural de un periódico en Lisboa durante la dictadura de Salazar. Es un personaje gris, metódico, que vive muy solo y que extraña terriblemente a su mujer; tanto, que en casa conversa con su retrato.
Un día conoce a un chico y a su novia, militantes revolucionarios.
Cuando necesitan algo recurren a Pereira, y se lo sacan, casi siempre, apelando a su conciencia o adulándolo. Poco a poco van involucrándole con su causa: les da dinero, busca alojamientos para compañeros, se preocupa por ellos. Así va cambiando, o saliendo a la luz, la personalidad de Pereira, hasta una profunda toma de conciencia que le cambiará totalmente su vida.
Pereira es un personaje de ésos que no se olvidan fácilmente. La novela tampoco." Reseña de Cristina Martínez

Libros recomendados (0)

Voy a ir posteando poco a poco mis libros favoritos, los libros que recomendaría a cualquiera que leyese, vamos los que salvaría de un ataque nuclear. Algunos son obras maestras reconocidos por crítica y público. Otros, bueno, seguro que son peores pero a mi me gustaron por diversas circunstancias. El orden de publicación no implica ningún ranking de prioridad. Simplemente los iré colocando según me apetezca. Algunos estarán por haber representado algo en algún momento de mi vida. En fin, espero que la disfruteis.

28 enero 2005

Fabula

"El escorpión dijo a la rana: ¿Me ayudas a cruzar la charca? La rana no se fiaba pero el escorpión prometió que no le haría nada y accedió. A medio camino, el escorpión clavó su aguijón a la rana y ésta, antes de morir, preguntó: ¿Por qué has hecho eso? Moriremos los dos. El escorpión dijo: Lo sé, pero no pude evitarlo. Es mi caracter.