30 junio 2005

La última peli: El mito de Bourne

Mucho peor que la anterior, pero ya se sabe segundas partes...

Dirección: Paul Greengrass.País: USA.Año: 2004.Duración: 108 min.Género: Thriller.Interpretación: Matt Damon (Jason Bourne), Franka Potente (Marie), Brian Cox (Ward Abbott), Julia Stiles (Nicky), Karl Urban (Kirill), Gabriel Mann (Danny Zorn), Joan Allen (Pamela Landy), Tom Gallop (Tom Cronin), Marton Csokas (Jarda), Karel Roden (Gretkov).Guión: Tony Gilroy; basado en la novela de Robert Ludlum.Producción: Frank Marshall, Patrick Crowley y Paul L. Sandberg.Música: John Powell.Fotografía: Oliver Wood.Montaje: Christopher Rouse y Richard Pearson.Diseño de producción: Dominic Watkins.Vestuario: Dinah Collin.Estreno en USA: 23 Julio 2004.Estreno en España: 17 Septiembre 2004.
SINOPSIS
Hace dos años Jason Bourne (Matt Damon) pensaba haber dejado atrás su pasado. Pero ahora ese pasado vuelve a por él. Bourne y Marie (Franka Potente) han mantenido una existencia anónima y clandestina, al precio de una movilidad permanente. Impulsado por pesadillas fragmentarias y atormentado por un pasado que no acaba de recordar, Bourne traslada a Marie de una ciudad a otra, tratando de ir un paso por delante de una amenaza implícita en cada mirada de una persona extraña, en cada llamada telefónica “equivocada”... temiendo a ca-da segundo que, sin previo aviso, vuelva a verse inmerso en ese mundo que espera haber dejado atrás. Cuando un agente aparece en la tranquila villa que los alojaba, Bourne y Marie interrumpen su vida normal y salen disparados: cuando su pasado asoma por la puerta, es la única opción que le queda. Pero el juego global del ra-tón y el gato ha vuelto a comenzar, obligando a entrar en acción al Jason Bourne creado por Treadstone, el operativo secreto, ahora desmantelado, del que ha surgido un grupo de implacables asesi-nos profesionales. Hace dos años Bourne abandonó ese entorno le-tal y anónimo en el que todo intento de entrar en contacto con los que mueven los hilos se castiga severamente. Pero son ellos los que han venido a llamar a su puerta y Bourne va a cumplir las re-glas: deberían haberle dejado en paz.

1. El proyecto
El gran éxito internacional de El caso Bourne en el año 2002 sirvió para que el público conociera, o recordara, al personaje del mercenario Jason Bourne creado por Robert Ludlum. Pero también supuso una anomalía bien recibida por el espectador veraniego: un “blockbuster” lleno de estilo y de sustancia. Al transplantar a Bourne del ámbito de la guerra fría a la Europa posterior a la caída del Muro de Berlín, se actualizó con éxito una intrigante figura de anti-héroe a la medida del nuevo milenio.
Dice el productor Frank Marshall: “Lo que hicimos fue una película de espías intelectual, un thriller paranoide, pero lo hicimos de un modo poco convencional. Darle el papel a Matt fue ir a contrapelo de su imagen habitual, pero resultó ser una elección perfecta: con él nacía un atípico héroe de cine de acción que resultó tan atractivo que nos dio deseos de continuar contando su historia”.
Matt Damon recuerda: “Yo no fui el primer actor en el que pensaron. Parezco demasiado joven y no me parezco a la imagen habitual de un asesino despiadado. Pero jugar a la contra de mi imagen habitual me dio la oportunidad de hacer algo distinto, algo que no había visto en otras películas de acción”.
“The Bourne Supremacy”, base de El mito de Bourne, es la segunda de las novelas de Robert Ludlum centradas en la figura del mercenario Jason Bourne. Se publicó en 1986 y estuvo veinticinco semanas en la lista de best-sellers del New York Times, ocupando el primer lugar durante ocho semanas.
Los productores Frank Marshall y Patrick Crowley querían repetir la mezcla de suspense, acción y narración dramática que caracterizaba a El caso Bourne y que sirvió para renovar el honorable género del thriller de espionaje. A tal fin volvieron a llamar al guionista Tony Gilroy, que había co-escrito la primera entrega de las aventuras de Bourne. Dice Marshall: “No queríamos hacer una secuela. El primer film funcionó por lo que tenía de inesperado: un reparto atrevido y una trama que era algo más que una historia de acción llena de persecuciones. Ello nos colocaba ante un dilema a la hora de hacer una continuación, porque eso mismo es lo que se estaría esperando el público”.
Dice Crowley: “En las primeras proyecciones de El caso Bourne la gente nos decía, Me ha encantado la película porque me ha hecho pensar, no te explica todo lo que está ocurriendo. El reto consistía en que ahora teníamos que volver a conseguir ese mismo efecto, pero haciéndolo aún mejor”.
Damon comenta: “La idea que nos guía es que la acción sirve para desarrollar el personaje. Queríamos construir una trama en la que la acción estuviera integrada con los personajes y las situaciones que estos viven. Debía ser creible que se trata de gente corriente en una circunstancia fuera de lo corriente, cosa que se aparta de la fórmula habitual del cine de acción”.
Marshall añade: “La acción está en función de los personajes y las motivaciones de estos proceden de hechos y situaciones realistas. El reto consistía en poner en funcionamiento la acción después de haber dejado a la pareja protagonista a salvo en una idílica villa griega. Debíamos encontrar la forma de volver a poner en marcha a Jason Bourne pero no nos interesaba la clásica trama de venganza. Lo que buscábamos era algo distinto”.

2. Retomando el hilo
Los populares libros de Ludlum tenían como fondo la guerra fría y la figura del famoso terrorista internacional conocido por el sobrenombre de Carlos. Henry Morrison, agente literario y amigo de Ludlum, observa: “La guerra fría en sí misma no le interesaba. El escribía sobre lo que le estaba ocurriendo a la gente, que estaba empezando a verse manipulada y limitada por los gobiernos y las corporaciones multinacionales”.
El éxito de la primera película demostró la pervivencia del enigmático héroe creado por Ludlum, así como la habilidad de los cineastas para crear una nueva figura cinematográfica trasladando a Bourne del ámbito de la guerra fría al complicado mundo actual en el que ya no existen héroes y villanos de una pieza.
Marshall explica el germen de El mito de Bourne: “En el segundo libro hay un incidente que nos sirvió de punto de partida. Secuestran a Marie y piden un rescate por ella para obligar a Jason a salir de su escondite. Y en la primera película hay una frase de diálogo en la que Bourne amenaza con ir a por ellos si vuelven a acercársele”. El guionista Tony Gilroy empezó a trabajar con apenas esas dos ideas: “No queríamos hacer otra película si no se nos ocurría una historia que valiese la pena”.
Damon añade al respecto: “Cuando se estrenó El caso Bourne yo me dije que era poco probable que se hiciera una segunda película porque ningún miembro del equipo que había trabajado en la primera entrega querría participar en una continuación si no iba a ser tan buena o mejor que aquélla”.
Marshall comenta: “Sabíamos que teníamos que hacer algo bastante radical. Y entonces a Tony se le ocurrió una idea asombrosa: Jason Bourne debía emprender un viaje de samurai, un trayecto de purificación”. Sandberg añade: “Es cierto que Tony se desvió del argumento del libro original. Conservamos el personaje, su situación esencial, el feeling de la historia... pero cambiamos la trama, el trayecto que describe Bourne, porque el mundo ha cambiado mucho desde la publicación de la novela”.
El guionista Tony Gilroy observa: “Le escribí una larga carta a Matt explicándole por qué no podíamos hacer lo habitual en una película como ésta. No podemos contar una trama de venganza porque Jason Bourne es un asesino que ha matado a gente y que no tiene un historial limpio al comienzo de la película. Tiene las manos sucias de sangre, así que la idea de venganza no resulta apropiada. Es un personaje no reconciliado que sabe quién es, sabe lo que ha hecho y no quiere seguir haciéndolo. Pero ¿es suficiente con eso? Ese fue el punto de partida de la nueva historia”.
Damon comenta: “La segunda película es una evolución lógica de la primera. Bourne prosigue el camino iniciado cuando le salvan de las aguas del mar al comienzo de la historia. Sigue un camino lógico en él que le lleva a tratar de reintegrarse en la raza humana”.
Se trataba ahora de encontrar al director adecuado, recuerda el productor Frank Marshall: “Tony Gilroy me dijo que había visto una película titulada Bloody Sunday. Me dijo que era verosimil, realista, que te hacía sentir que entrabas en el mundo que describía. Vimos la película y nos pareció fantástica”.
En Bloody Sunday el director británico Paul Greengrass recrea los sucesos del 30 de enero de 1972 en Derry, Irlanda del Norte: una marcha pacífica por los derechos humanos acabó en un baño de sangre. La película ganó numerosos premios, entre ellos el Oso de Oro en el festival de Berlín, y su recio estilo visual tenía un sentido de la inmediatez que resultaba perfecto para el proyecto de El mito de Bourne.
Crowley, que ha trabajado en el cine documental, se sintió impresionado con la película: “Me dejó noqueado. Greengrass crea escenas que parecen haber sido conseguidas de una forma espontánea y realista. Con él la cámara funciona como un observador participativo, algo que resulta muy adecuado para la continuación de la historia de Jason Bourne. El estilo visual de Greengrass se aviene con la idea del anti-héroe, los escenarios realistas, y la ruptura con las convenciones de Hollywood que caracterizan a la nueva aventura de Bourne”.
Por su parte Greengrass comenta: “Me gustó El caso Bourne. Era una película fresca que lograba mezclar un cierto tono independiente y la sensibilidad convencional de Hollywood”.
El productor Sandberg observa: “Greengrass tiene un enfoque poco convencional, es el enfoque de un outsider europeo -por así decir- que influye en todas sus decisiones, desde la forma de iluminar un plano hasta la manera de motivar a sus actores. Su actitud fue muy positiva a la hora de colaborar con los demás elementos creativos de la película”.
Greengrass ha hecho periodismo de investigación y ha dirigido cine documental; por ello la idea de filmar un proyecto tan distinto le resultó intrigante: “Sentía que había hecho varias películas de corte muy similar y buscaba darle un poco de aventura a mi vida. A veces viene bien cambiar de tercio por completo, trabajar con actores y técnicos totalmente nuevos, porque seguro que te sirve para aprender algo nuevo”.
Greengrass se reunió en Praga con Matt Damon: “El golpe genial de esta franquicia es haberle dado a Matt el papel de Jason Bourne. Matt proyecta una imagen de buen chico -eso lo sabemos todos- y eso le permite darle un giro inédito al personaje. Si tienes un personaje oscuro, un asesino a sueldo, y se lo haces interpretar a Matt Damon, el resultado es un personaje absolutamente atractivo”.
El director afirma que “desconsiderado” es el término que define el estilo de cámara que buscaba para esta película: “La primera entrega tenía un tono de frescura porque de vez en cuando recurría a la cámara en mano y el argumento no seguía un desarrollo lineal convencional. Este tipo de historia necesita contarse como si sucediera a contrarreloj en un corto período de tiempo durante el que debemos sentir que estamos siendo guiados por Bourne. Es la diferencia entre una cámara que sabe y una cámara que no sabe. La cámara que sabe cuenta la historia sabiendo el camino que tomará la acción. Pero en esta película la forma de contar la historia es que la cámara reacciona a lo que tiene delante. Es una diferenciación artificial porque uno siempre planifica y evalúa lo que filma, pero en el segundo caso se crea un efecto de urgencia visceral, un sentido de inmediatez”.
Damon añade: “Paul ha comprendido bien el personaje de Bourne: puede ser un asesino pero es también un hombre arrastrado por una serie de circunstancias que le obligan a seguir un cierto camino. Creo que Bloody Sunday es una de las mejores películas de los últimos tiempos. Paul ha sabido plasmar el conflicto clásico de “un hombre contra el mundo” de una forma muy cinematográfica”.
Greengrass observa: “No creo que El mito de Bourne hable de un hombre que ha perdido la memoria, aunque sea eso en parte, sino de lo que ocurre cuando un hombre recupera la memoria y descubre que en realidad es un mal tipo”.

3. Espía contra espía
La actriz alemana Franka Potente vuelve a interpretar el papel de Marie, personaje clave para que Bourne acepte su pasado y lo deje atrás: “Han pasado dos años desde que dejamos a Jason y Marie en aquella playa de Grecia. Jason no está curado del todo pero al menos está comprometido con Marie y acepta el influjo benévolo que recibe de ella. El pasado sigue acechándolos e interfiere en sus vidas pero han aprendido a vivir con ello... hasta que las pesadillas de Jason se materializan de nuevo y se ven obligados a huir”, dice la actriz.
Uno de los protagonistas de esas pesadillas es Ward Abbott, al que el director define como “un burócrata que controla oscuros secretos. Brian Cox sabe darle todos los matices de un villano plausible: es alternativamente sinuoso y chulesco, astuto e histriónico, patético y siniestro... Brian sabe encarnar con brillantez todos los tonos intermedios que existen entre el blanco y el negro”.
Dice Brian Cox: “En este mundo tan alejado de la guerra fría está claro que Abbott es una especie de dinosaurio, un tipo de la vieja escuela. Ahora lo que está en juego no es la existencia de una “agencia como entidad independiente”, que no debe rendirle cuentas a nadie, sino el uso o abuso político del espionaje. El operativo que alumbró a Bourne, Treadstone, ha sido desmantelado. Abbott es como el señor feudal de un reino menguante y no hace falta decir que no está nada contento con la situación”.
En El mito de Bourne Julia Stiles vuelve a encarnar el papel de Nicky, la agente de rostro humano reclutada por Abbott para servir de intermediaria entre Bourne y la CIA, no en balde simpatiza con Jason y fue la última persona en verle vivo. El productor Marshall observa: “Es curioso ver cómo ha madurado la gente desde la primera entrega. Cuando la rodamos Julia estaba estudiando todavía, ahora ha crecido y ha madurado como actriz. Eso se refleja en el personaje de Nicky, que se ha criado estando al servicio de la agencia”.
Dice Stiles: “En la primera historia Nicky andaba un poco perdida. Pero cuando ahora vuelven a llamarla se da cuenta de una cosa: la información que controla le proporciona poder y la coloca en una situación de mayor igualdad con Abbott y los demás jefes. Nicky se da cuenta del pernicioso efecto que ejerce Treadstone sobre sus agentes y considera a Bourne una víctima de este operativo. Se debate entre obedecer a unos jefes en los que no confía y ayudar a Jason, que al fin y al cabo le salvó la vida. Es un dilema interesante que añade leña a la candente cuestión de quién es el bueno aquí...”
El que seguro que no es bueno es Kirill, un agente que entra en escena en esta nueva aventura y cuyas motivaciones permanecen oscuras debido en gran parte a su laconismo. Viene interpretado por Karl Urban, que se aparta aquí de su heroico personaje de Eomer en la trilogía de El señor de los anillos. De él dice el director Greengrass: “Karl ha construido un personaje redondo sin tener apenas frases de diálogo. Es un actor increiblemente preciso, en sus elecciones dramáticas y en sus movimientos físicos. Ha logrado que cada momento en el que aparece su personaje resulte significativo”.
Urban observa: “Kirill no habla mucho pero lo que dice resulta muy elocuente. En cierto modo es un personaje similar a los asesinos del cine negro francés, que tanto me gusta”.
Otro actor que repite su personaje de la primera entrega es Gabriel Mann, en el papel del agente Danny Zorn: “Para mí un guión y un papel resultan interesantes cuando hay dos dinámicas simultáneas en juego. Si tu personaje es exactamente lo que parece ser, es menos excitante que si tiene una agenda oculta. La dualidad hace que un conflicto resulte más interesante y, como estamos en el mundo del espionaje internacional, hay muchas posibilidades de jugar con ello: agentes dobles que trabajan en misiones dobles y tratan de averiguar si hay algún topo infiltrado... En esta película hay muchas máscaras que van cayendo a lo largo del camino”.
Joan Allen se enfrenta al reto de encarnar a una mujer fuerte con poder en el masculino mundo del espionaje: la agente Pamela Landy no tolera la duplicidad y es un ejemplo de honestidad en un entorno en el que ésta brilla por su ausencia. Dice Greengrass: “Pamela es una mujer seria e inteligente, una genuina profesional. Y Joan es una actriz llena de sutileza, muy cerebral, lo que le viene de perlas al papel: Joan sabe proyectar en el personaje una idea de contención, una apariencia normal atravesada por corrientes subterráneas, que hace que sea fascinante contemplar su trabajo”.
Allen observa: “Mi personaje trata, básicamente, de solucionar un enorme puzzle. Tiene una intuición respecto a Bourne que debe contrastar con la información que le proporciona Abbott, con el que por otro lado tiene una relación de antagonismo: hay una lucha de poder entre ellos. Toda esta incertidumbre viene expresada a través del estilo moderno y sincopado de Paul Greengrass; gracias a su formación documental sabe darle un toque realista al funcionamiento de la CIA tal y como lo presenta en la película, y nos proporciona a los actores un buen entorno para redondear los personajes y explorar su lado oscuro”.

4. El mundo de Bourne
La multiplicidad de escenarios es una signatura de la historia de Jason Bourne. Hasta ahora su trayectoria le ha llevado a París, Zurich, Italia... pero los responsables de la producción han buscado mostrar siempre el lado menos pintoresco de dichos escenarios, han tratado de evitar monumentos y clichés. Y ese mismo sentido de realismo es el que preside la utilización de los escenarios en El mito de Bourne.
Dice el escritor Tony Gilroy: “No se trata de decir, Como estamos en la India vamos a enseñar el Taj Mahal... Todo está rodado a nivel de calle, todo es muy familiar”.
Marshall señala que también quisieron rendirle un pequeño homenaje a los escenarios de la guerra fría de las novelas de Ludlum: “Teníamos la ocasión de rodar en un lugar que estuvo en el mismo centro de la guerra fría. Es la ciudad de los espías, el centro de Europa, y ahora mismo un lugar vital, excitante, diferente y muy visual”. Esa ciudad, Berlín, iba a jugar un papel importante en la acción, además de servir de fondo a algunas escenas ambientadas en Moscú.
Dice Crowley: “Berlín era el puesto fronterizo americano durante la guerra fría mientras que Moscú era el lugar en donde se generaba todo”. Greengrass añade: “La primera película se rodó en París, un lugar relativamente cerrado. En esta ocasión pasamos del calor y el color de la India al tono monocromático del invierno moscovita. Esta misión de Bourne es más solitaria y más peligrosa; de hecho se trata de un viaje interior para el personaje. Recorre toda Europa mientras trata de comprender sus acciones pasadas y de redimirse. Berlín es una ciudad ventosa llena de espacios abiertos. Y luego se llega por la estepa a Moscú, en donde Bourne parece estar aún más aislado”.
Crowley insiste en la idea del viaje exterior que refleja un viaje interior: “Aprovechamos una idea de Tony: hacer que la progresión del personaje se materializase en una progresión de escenarios. De un mundo cálido y tropical a otro cada vez más frío y acerado, hasta acabar en un mundo gris... empezamos con colores saturados y terminamos casi en blanco y negro”.
El rodaje se centralizó en los históricos estudios Babelsberg, en los que se hicieron películas como El ángel azul, de Josef von Sternberg, o Metropolis, de Fritz Lang. También se rodó en diversos escenarios de Berlín; y su antiguo sector Este sirvió de fondo perfecto para las calles de Moscú. El equipo aprovechó la colisión de pasado, presente y futuro que se aprecia en el distrito de Mitte (centro) para la escena de la osada fuga de Bourne a través del puente de Friedrichstrasse sobre el río Spree, así como para la escena de la captura de Nicky en la Alexanderplatz.
También se rodó en Karl Marx Allee (añadiendo nieve artificial), en la famosa “Kuddam” del antiguo Berlín federal, en la estación de tren del Este, en dos de los cuatro aeropuertos de la capital y, ya en las afueras, en el Wannsee y en la ciudad de Potsdam. Los interiores de la escena que tiene lugar en las aduanas de Nápoles se rodaron en el Messe Berlin, un imponente edificio de estilo nazi. También se rodaron exteriores de calle en Moscú (para la escena de la persecución en coche) y en una colonia obrera en las afueras de la capital rusa, buscando siempre eludir las vistas más conocidas y turísticas.

5. Un paseo salvaje
Los responsables de la película quisieron emular las escenas de acción que habían hecho que El caso Bourne fuera un verdadero paseo por el lado salvaje. Dan Bradley, director de la segunda unidad y coordinador del equipo de especialistas, se encargó de planificar la persecución transcontinental que culmina con un duelo a muerte entre Bourne y Kirill.
Matt Damon comenta: “Hay una escena de persecución que termina conmigo saltando por el puente de Friedrichstrasse. Yo contaba el chiste de que, de pequeño, mi madre siempre me decía, Si alguien te dice que te tires por un puente, ¿vas y te tiras? Y yo siempre le decía que no. Pero Dan es el tipo de persona por el que me tiraría por un puente... y de hecho, eso es lo que hice”.
Bradley montó un centro de entrenamiento a las afueras de Berlín con el fin de preparar a los actores para las escenas que iban a poner a prueba sus dotes de “estrellas del cine de acción”. El principio de verosimilitud que rige en toda la película, desde el trabajo de cámara hasta la elección de las localizaciones, se aplicó también a las escenas de acción: éstas debían ser orgánicas con las situaciones que viven los protagonistas.
Marshall evoca la escena del accidente de coche en la película Adaptation-El ladrón de orquídeas para alabar la labor de Dan Bradley: “Dan no hace escenas de especialista, sino de corte realista. Cuando ves su trabajo piensas, Vaya, eso debe ser lo que ocurre cuando un camión choca con tu coche...”
A la hora de conseguir el efecto de realismo de las escenas de acción de la película fue clave, además de la minuciosa supervisión de Bradley, la utilización del Go Mobile: fabricada por Go Stunts, Inc., se trata de una plataforma para rodar escenas de alta velocidad cuya base modular puede acoger todo tipo de vehículos. El Go Mobile está pilotado por un especialista desde una cabina móvil y permite una multitud de emplazamientos de la cámara para filmar desde infinitos ángulos al actor que conduce el vehículo protagonista de la escena.
Matt Damon comenta: “Es una experiencia visceral. La verdad es que estropeé las dos primeras tomas porque me lo estaba pasando tan bien que estaba riendo y gritando al mismo tiempo. Cuando digo que he hecho mis propias escenas de especialista en esta película -como las escenas bajo el agua- quiero decir que no son realmente escenas de especialista: Dan y su equipo lo tenían todo perfectamente planificado, hasta el último detalle, y eran escenas muy seguras de rodar”.
Bradley le devuelve el cumplido: “Matt se ha portado como un verdadero profesional. Había muchas escenas submarinas, saltos y persecuciones. El primer día lo dedicamos a explicarle cómo debía funcionar con el coche. Al final de la jornada conducía como un verdadero especialista. Las caídas y las escenas bajo el agua eran todo un reto para cualquiera pero él se lo tomó como algo personal; es una demostración de su coraje y su profesionalidad como ser humano y como actor”.
Además de estudiar tácticas de combate, Damon, Urban y los demás actores recibieron clases especiales para aprender a manejar las armas de fuego de acuerdo con su papel de agentes y mercenarios altamente cualificados. El productor Crowley resume así la filosofía que presidió el rodaje de las escenas de acción: “Hemos hecho todo que hemos podido para evitar los clichés a la hora de interpretar las escenas de acción y de representarlas en una película”.
Frank Marshall comenta: “La principal diferencia entre las dos películas de Bourne es que en El caso Bourne Jason se limitaba a huir mientras que en El mito de Bourne tiene un propósito, una meta y un destino”.
El director Greengrass concluye: “En esta nueva aventura Bourne acepta una serie de cosas sobre sí mismo; sabe que es un asesino a sueldo y que ha hecho cosas malas. La película describe cómo afronta esta información y cómo se enfrenta a las consecuencias de sus actos. Respecto a su pasado tiene básicamente dos opciones, la venganza o la expiación. Comienza su viaje animado por un espíritu de venganza pero pronto se da cuenta de que el único camino que le queda por delante es el de expiar sus culpas. Es un dilema muy fuerte, que propicia una búsqueda apasionante”.

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